El primer millonario en salir al espacio dice que desde allí el mundo «parece perfecto»
SOCIEDAD
Jared Isaacman hizo historia al asomarse por la escotilla de la nave Dragon de Space X a 738 kilómetros de la Tierra
13 sep 2024 . Actualizado a las 09:25 h.No se le puede llamar paseo, porque no hay un suelo por el que caminar y porque ni Jared Isaacman ni Sarah Gillis llegaron a salir por completo de la nave. La primera caminata espacial privada de la historia, en la que no participaron los otros dos tripulantes de la Dragon Crew, Anna Menon y Scott Poteet, que se quedaron dentro de la cápsula, se tradujo más bien en una salida al espacio. A través de la escotilla, el comandante de la nave y financiador del conjunto de la misión Polaris Dawn, sacó su cuerpo casi por completo, aunque agarrado a una barandilla y con los pies dentro del habitáculo. No se produjo, por tanto, una caminata como tal, pero esas 12.52 horas del 12 de septiembre del 2024 sí quedarán grabadas como la primera vez en la historia la que un astronauta no profesional realizó lo que inglés se conoce como una EVA, una actividad extravehicular.
Fueron apenas diez minutos en los que Isaacman, ante la atenta mirada de Anna Menon, que ejerce como oficial médico de la misión, pudo moverse, agarrar y soltar la barandilla y, sobre todo, comprobar a 738 kilómetros de la Tierra la funcionalidad del nuevo traje espacial diseñado por Space X. Un dispositivo que tiene la particularidad de que es el mismo para viajar en la nave que para salir de ella y que aspira a convertirse en la dotación que lleven los astronautas en un futuro viaje a Marte.
No hubo, por tanto, una imagen tan icónica como la del 84, en la que Bruce MacCandless flotaba en el vacío con su traje autónomo. Ni siquiera es una gran novedad, porque desde que el 18 de marzo de 1965 abrió la veda el ruso Alekséi Leónov estas operaciones se han realizado casi 300 veces, muchas de ellas para montar y reparar la Estación Espacial Internacional. Pero eso no significa que Polaris Dawn esté siendo precisamente una misión descafeinada. Tiene incluso frase de para la historia de Isaacman, que, con la cabeza fuera de la nave, le dijo al centro de control: «SpaceX, de vuelta en casa tenemos mucho trabajo que hacer, pero desde aquí parece un mundo perfecto. Es precioso». Palabras con las que, como es lógico, desató los aplausos y el júbilo en la compañía de Elon Musk.
Momentos de tensión
No faltó ni siquiera la emoción, porque en el momento en el que salió Sarah Gillis para disfrutar de sus diez minutos, después del reingreso de Isaacman y de los ajustes técnicos necesarios, se fue la señal. Se podía oír lo que hacía la ingeniera, incluida su respiración y sus palabras, pero la pantalla de la retransmisión se quedó en negro. Es más, en un momento Gillis parece que vio algún tipo de anomalía en la escotilla y, evidentemente, eso generó inquietud entre muchos internautas que seguían sus pasos en directo. Porque no hay que olvidar que la Dragon tiene poco que ver con las antiguas naves de la NASA o con los barcos para operaciones submarinas. No hay una esclusa en la que situarse como paso previo a la salida al espacio. Se despresuriza la nave entera y quedan expuestos tanto los astronautas que protagonizan la actividad extravehicular como los que se quedan dentro de ella. Es como abrir la puerta a un ambiente completamente inhóspito y potencialmente mortal. Pero ninguna de esas circunstancias catastróficas llegó a darse. Gillis entró sin problema, la escotilla se cerró con normalidad, y tanto los trajes como el interior de la nave recuperaron la presión que les correspondía.
Al margen del capricho de Isaacman, que a día de hoy todavía no se sabe cuanto le pagó a Elon Musk por las tres misiones que componen el programa Polaris, lo que deja claro este paseo es que ya nada va a volver a ser lo mismo en el negocio espacial. Por si quedaba alguna duda, el propio administrador de la NASA, Bill Nelson, se encargó de despejarlas. «El éxito de hoy representa un gran paso para la industria espacial comercial y el objetivo a largo plazo de la NASA de construir una economía espacial estadounidense vibrante», escribía ayer en sus redes sociales. Un mensaje que, visto el escaso éxito de Boeing con su Starliner, deja a Sapace X y al propio Musk ya no como un socio preferente sino como un proveedor del que la NASA y Estados Unidos dependen cada día más. Con todo lo que supone depender de un empresario multimillonario para el que en Estados Unidos han inventado el concepto «Elon time» después de que soltase la boutade de que en el 2026 enviará una nave a Marte y que en el 2028 irá tripulada.
Dos días de experimentos antes de volver a la Tierra
Aunque aparentemente no hacían otra cosa que salir por una compuerta, Isaacman y Gillis estaban ejecutando movimientos estrictamente planificados parra ver, por ejemplo, hasta donde podían llegar sin soltar la barandilla y con un dispositivo de sujeción en los pies. Y este fue solo uno de las decenas de experimentos que tienen previstos.
En el segundo día de misión, antes de la caminata, estudiaron los efectos en el organismo de la radiación, mucho más elevada sin la protección de la atmósfera y el campo magnético terrestres. Se centraron en «monitorear los cambios iniciales en la vista y la salud ocular, estudiar cómo los cambios de fluidos y la exposición a la microgravedad afectan el flujo sanguíneo y evaluar cómo los medicamentos son procesados «por el cuerpo mientras está en órbita», según explicaron desde el control de la misión, que ha bautizado esta serie de actuaciones como el «experimento cyborg».
También tuvieron tiempo para labores más simbólicas y lúdicas, como una reunión con cónyuges e hijos de militares fallecidos o que sufrieron lesiones graves en acto de servicio. Anna Menon le leyó fragmentos de su libro Besos desde el espacio a pacientes del hospital infantil St. Jude.
Ahora, antes de regresar a la Tierra, previsiblemente el domingo por la mañana porque tampoco tienen oxígeno para mucho más tiempo, todavía tienen trabajo pendiente. Una de las actividades que genera más expectativa, precisamente porque desde las empresas de Elon Musk se le está dando mayor difusión sin dejar de jugar con la intriga, es la «demostración sorpresa». Todo indica que se tratará de una conexión láser con la red de satélites Starlink para evidenciar que sirve para la comunicación espacial. Si funciona sería un nuevo estacazo a los vetustos sistemas de la NASA y otro aspecto más en el que la agencia dependería de Musk.