Los períodos de fusión extrema en Groenlandia han sido aproximadamente el doble de frecuentes en las últimas décadas. Esto tiene importantes consecuencias globales
17 sep 2024 . Actualizado a las 09:56 h.El cambio climático está acelerando el deshielo en Groenlandia de forma alarmante, y solo en el 2019 se fundieron 560 gigatoneladas de hielo, lo que equivale a 224 millones de piscinas olímpicas. Son datos de un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Barcelona, que ponen de relieve que los períodos de fusión extrema (los períodos en los que grandes áreas de nieve y de hielo se funden rápidamente) han sido aproximadamente el doble de frecuentes durante los veranos de las últimas décadas en comparación con el período 1950-1990.
El trabajo, publicado en la revista Journal of Climate de la American Meteorological Society, muestra que en la última década se han alcanzado los máximos de años de fusión extrema en Groenlandia, ha informado la UB. Por ejemplo, durante el verano del 2012 se fundieron 610 gigatoneladas de hielo (el equivalente a 244 millones de piscinas olímpicas), y en el 2019 se fundieron 560 gigatoneladas (224 millones de piscinas olímpicas).
La investigación del grupo Antarctica, Arctic and Alpine (ANTALP), del Departamento de Geografía de la UB, analizó los episodios de fusión en Groenlandia entre los años 1950 y el 2022 y observó que el 40 % de estos episodios habían sido extremos en las últimas décadas. Según los expertos de la UB, el deshielo está teniendo lugar en áreas más elevadas del casquete de hielo, donde anteriormente no se observaba fusión de hielo entre 1950 y 1990.
Esta situación ha creado grietas y otros cambios estructurales en la capa de hielo, y aumenta el riesgo de desprendimientos de grandes bloques hacia el océano. El deshielo de Groenlandia tiene consecuencias globales, ya que se trata de uno de los grandes contribuidores al aumento del nivel del mar y afecta también a los patrones de circulación atmosférica.
Según los investigadores, estas alteraciones también pueden influir en el clima de Europa. «Estos cambios en los patrones de temperatura y de precipitación podrían impactar en las actividades socioeconómicas y los ecosistemas, y pueden contribuir a aumentar los extremos climáticos en regiones cercanas del Atlántico Norte», destacan.