El supuesto error histórico que hace que en España celebremos el año nuevo 36 segundos tarde: «Todos los años mal»
SOCIEDAD
Jorge Ponce, colaborador de David Broncano en «La revuelta», ha puesto el foco sobre una peculiaridad de la tradición española. Pero, ¿es realmente un error?
18 dic 2024 . Actualizado a las 10:08 h.Los españoles decimos «Feliz Año Nuevo» más tarde que el resto de países que están en nuestro mismo huso horario. Concretamente, 36 segundos después. Así lo ha evidenciado Jorge Ponce, colaborador en La revuelta, que le ha pedido a David Broncano que, aprovechando que será el presentador de las Campanadas junto a Lalachús, arregle lo que él llama un «error histórico» del que lleva intentando llamar la atención ya años. Pero, ¿es verdaderamente un error?
Hay una parte en la que lleva razón Jorge Ponce, y es en la tardanza de nuestro país con respecto a los de nuestro entorno a la hora de pronunciar las palabras con las que congratulamos a nuestros seres queridos por haber empezado un nuevo año. Y todo se debe a la tradición de tomar una uva por cada una de las campanadas. La mayoría de nuestros países vecinos hace una cuenta atrás en los diez últimos segundos de cada año, y la celebración comienza tan pronto como las dos agujas del reloj están en lo más alto. Pero en esto, como en muchas otras cosas, Spain is different.
El mecanismo lo sabemos todos. Para quienes siguen el final del año en su retransmisión desde la Plaza Mayor de Madrid, primero vemos bajar el carillón y, acto seguido, comienzan los cuartos, que se corresponden con los últimos segundos del año. Sí, los últimos. Porque acto seguido, el reloj de la plaza madrileña marca ya las 12. Es en este preciso momento cuando en cualquier reloj y calendario ha empezado oficialmente el nuevo año.
Pero en España, la aclamación al «Feliz Año Nuevo» todavía tarda unos segundos más. Como dice el propio Ponce, en muchas casas las primeras palabras del 2025 serán: «Ahora ahora, que no son los cuartos». «Aunque ya es 2025, nosotros estamos aún pensando en la logística», destaca Broncano. Porque en ese momento es cuando todos los españoles acompañamos cada una de las doce campanadas con sendas uvas. Y entre toque y toque hay ahora 3 segundos, por eso de dar la gente tiempo a masticar y tragar y evitar atragantamientos. De este modo, alrededor de 36 segundos después de las doce de la noche, ahora sí, los ciudadanos felicitan el año a sus seres queridos, gritan y brindan con cava o champán.
«Las uvas nos las comemos mal. Todos los años mal», repite Jorge Ponce, que apuesta por una cuenta regresiva. Y hasta le han pedido ayuda desde La revuelta al ministro Óscar Puente, por eso de que últimamente está muy al tema de arreglarlo todo. Pero incluso él le ha contestado que mejor no tocarlo. «36 segundos tarde de nah, como los trenes de Renfe», le ha respondido con retranca, «yo no lo tocaría, qué queréis que os diga».
Y mejor no meterle mano, porque lo cierto es que el error no es tal. Y tampoco es que nadie se haya dado cuenta de esto. En realidad, y aunque para muchos esto ya suene hasta marciano, las campanadas se corresponden con la lógica del sistema propio de los relojes tradicionales, que informan de la hora con el número correspondiente de toques de campana. Lo siguen haciendo los ayuntamientos, las iglesias y también los relojes domésticos de pared. De ahí que, al dar las doce de la noche, le corresponden otros tantos repiques, pero solo una vez se haya marcado la hora en punto.
Para la tradición de tomar una uva por cada campanada hay que retrotraerse, al menos, hasta el año 1895, aunque fue unos años después, en el 1909, cuando se instituyeron como una tradición indisoluble de nuestro país. Las teorías dicen que se debió a una estrategia tras una estupenda cosecha vitícola, y desde esa se interpretó como la forma de bendecir al año con buena suerte y prosperidad.
Para muchos se corresponden, además, con los 12 meses que están por venir, de modo que se desea de este modo buena fortuna para cada uno de ellos.
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La tradición ya no es única de España, en todo caso. Con el tiempo se ha extendido a otros países, como Uruguay, México, Perú o nuestro vecino Portugal. Han adoptado también esta curiosa tradición que hace que, para celebrar el año, tengamos que poner también algo de nuestra parte, con riesgo de atragantamiento y todo, y no solo ver la cuenta atrás pasar.