El «año y medio de locura absoluta» de Lolita Flores tras la muerte de su madre y su hermano: «Me salvó mi hija, que tenía solo ocho años»
SOCIEDAD
![Lolita Flores, en «Lo de Évole»](https://img.lavdg.com/sc/DKZbCpSPQxfmtISVC8WEYURcag8=/480x/2025/01/27/00121737971479323983196/Foto/lolitaevole.jpg)
La artista le confesó a Jordi Évole su proceso autodestructivo tras perder a dos miembros de su familia en cuestión de quince días:« Hay muchos camerinos en España de patadas mías, de puñetazos en la pared y de espejos rotos»
27 ene 2025 . Actualizado a las 13:38 h.Hará el próximo mes de mayo 30 años de uno de los acontecimientos que conmocionó a toda España. Solo quince días después de la muerte de la histórica Lola Flores, nos dejaba también su hijo, Antonio Flores. Su hermana, Lolita Flores, lo ha recordado este domingo en su entrevista para Lo de Évole en La Sexta. Y la ha confesado cómo fue ese momento, uno de los más dolorosos de su vida, y que la llevó a una senda de autodestrucción que se extendió durante un «año y medio de locura absoluta», como lo ha definido ella misma. Una caída en el abismo tras un doble golpe del que podría no haberse repuesto de no ser por su hija, Elena Furiase, que entonces tenía solo ocho años.
Tras la muerte de su madre, Lolita aún fue capaz de dar una entrevista, en la que, según ella misma confiesa, ya estaba rota por dentro. Pero cuando le comunicaron, apenas una semana después, que también su hermano había fallecido, todo se derrumbó. Ahí sí que ya no estaba ella para más entrevistas. Habían pasado apenas quince días en los que había perdido a dos de las personas más importantes de su vida, y a la artista la arrastró la desesperación. Y de furia; con el mundo y consigo misma. «Hay muchos camerinos en España de patadas mías, de puñetazos en la pared y de espejos rotos», ilustra Lolita, «yo terminaba un concierto y tiraba una silla».
Exhausta anímicamente, atormentada, Lolita se dejó ir. «Bebía, tomaba coca, me acostaba a las tantas, [...] me ponía los discos de Moncho, una botella de whisky... y a escribir y a llorar», le confiesa con emoción contenida a Jordi Évole. La cantante pasaba así las noches en vela, dejándose llevar por los remordimientos, por las cosas que nunca le había llegado a decir a su hermano, por la falsa impresión de que podría haberlo evitado. «A lo mejor no hice lo suficiente», pensó durante mucho tiempo, y en todas esas visitas que prácticamente a diario hacía a la tumba de Antonio. «Hablaba con él de las cosas que quizás se me quedaron en el tintero».
Esas noches en las que la atrapaban el alcohol y las drogas duraban hasta primeras horas de la mañana. Hasta que sus hijos se iban a la escuela. Era el único momento en el que se recomponía. «Me lavaba la cara a las siete y media, ocho de la mañana porque mis niños iban al colegio», confiesa, «para que me vieran bien». Elena tenía entonces siete años; Guillermo, solo dos.
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Pero la mayor se acabó dando cuenta, un año y medio después. La pequeña Elena, que tenía entonces unos ocho años, fue la que dio la voz de alarma ante el comportamiento de su madre. «Llamó a mi hermana y le dijo: "Veo a mi madre regular"». Rosario no dejó pasar la oportunidad de confrontar a Lolita ante las consecuencias de su estado. «Para», la conminó, «porque tu hija te necesita y tu hijo es muy chico». Funcionó. «De un día para otro», la cantante consiguió superarlo gracias a ese toque de atención.