Estados Unidos deja claro en París su rechazo a una inteligencia artificial abierta y regulada

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El vicepresidente estadounidense, JD Vance, junto a Macron y las esposas de ambos.
El vicepresidente estadounidense, JD Vance, junto a Macron y las esposas de ambos. Abdul Saboor | REUTERS

El vicepresidente de Trump, James David Vance, dice que su país quiere «mantener la ventaja» y que sus normas sean «el estándar mundial»

12 feb 2025 . Actualizado a las 08:45 h.

Los discursos grandilocuentes de Emmanuel Macron atribuyéndose para Francia una posición que no tiene y los 200.000 millones anunciados por Ursula Von der Leyen, que en realidad son 50.000, languidecieron en cuanto abrió la boca Estados Unidos, que no se sabe muy bien que hacía entre los invitados de una cumbre pensada para limitar su propia hegemonía en el campo de la inteligencia artificial. Ni siquiera parece determinante que China esté entre los más de 60 firmantes, entre ellos España, del manifiesto a favor de un entorno tecnológico «abierto» e «inclusivo». Ni tampoco que vaya a haber una siguiente edición en India para tratar de que esto tenga continuidad y no se quede en una ocurrencia de Macron.

El vicepresidente estadounidense, James David Vance, dejó claro que su país pretende «mantener la ventaja» que tiene en este campo y que su posición es la contraria a la europea, porque va en la línea de evitar lo que el considera una «regulación excesiva» que lastra el desarrollo. «Estados Unidos es el líder en inteligencia artificial y queremos que siga siendo así» porque está «a favor del crecimiento y en contra de las leyes que «podrían matar una industria en plena eclosión». Es más, Vance quiere que las normas técnicas de Estados Unidos, o más bien la ausencia de ellas, sean «el estándar mundial». Lo ejemplificó diciendo que el Ejecutivo de Trump está a favor de «proteger a un menor de un depredador» pero en contra de «impedir a una mujer o un hombre adulto el acceso a un contenido que su Gobierno considera desinformación».

Frente a esa postura de quien tiene la sartén por el mango, además con Reino Unido —que tampoco firmó el acuerdo— a su vera, los discursos comedidos, como el del primer ministro del país más poblado del mundo, sonaron a palabrería hueca. «Algunas personas se preocupan porque las máquinas se vuelvan superiores en inteligencia a los humanos. Pero nadie tiene la clave de nuestro futuro colectivo y destino compartido, más que nosotros los humanos. Ese sentido de responsabilidad debe guiarnos», señaló Narendra Modi, líder de India, que apuesta por «un desarrollo responsable e inclusivo» y ha apostado por poner la potencia informática del Estado a disposición de «empresas emergentes e investigadores a un coste asequible».

Más vacío todavía sonó, dadas las circunstancias, el discurso de Macron hablando de «multilateralismo plural», de «marco de confianza» o de que «necesitamos reglas para que la IA avance» y no se utilice «para controlar a las masas». Ni siquiera parecía tener sentido el anuncio junto a Modi de la creación de una Fundación IA y de un Consejo para una IA Sostenible.

Tampoco emocionó a nadie el anuncio de la presidenta de la Comisión Europea de complementar con 50.000 millones públicos los 150.000 que ya habían adelantado grandes empresas europeas, casi todas alemanas y francesas. «Queremos que Europa sea uno de los continentes más avanzados en materia de IA y, para ello, debemos aceptar un modo de vida en el que la IA sea omnipresente. La inteligencia artificial puede ayudarnos a estimular nuestra competitividad, a proteger nuestra seguridad, reforzar la salud pública y a democratizar más el acceso al conocimiento y la información», dijo Von der Leyen, con un tono que sonó más a ruego que a iniciativa política.