El mundo despide a Francisco, «un papa en medio de la gente, con el corazón abierto»

valentina saini VENECIA / E. LA VOZ

SOCIEDAD

La plaza de San Pedro, abarrotada, durante el funeral por el papa Francisco al que acudieron unas 400.000 personas
La plaza de San Pedro, abarrotada, durante el funeral por el papa Francisco al que acudieron unas 400.000 personas DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

El viento abrió las páginas del Evangelio, como ocurrió durante las exequias de Juan Pablo II

26 abr 2025 . Actualizado a las 21:59 h.

La misa funeral del papa comenzó pocos minutos después de las 10.00 horas de este sábado. Tras el repique de las campanas de difuntos, hacia las 9.55 horas, los intensos aplausos de una abarrotada plaza de San Pedro, a la que acudieron unas 400.000 personas, y el canto de las gaviotas dieron la bienvenida al féretro de Francisco que salía de la basílica. Llevado a hombros por los sediarios pontificios, para ser depositado en el centro de la parvis de la basílica ante la mirada de los poderosos del mundo, de los cardenales vestidos de púrpura y de los obispos con su vestimenta litúrgica para los funerales, de los emocionados fieles, bajo el sol de Roma, que por un día volvió a ser caput mundi, capital del mundo, como decían los antiguos romanos.

Ayer fue una mañana luminosa en la capital de Italia y del catolicismo. La intensa luz hizo entrecerrar los ojos a más de un mandatario sin gafas oscuras, como le ocurrió al presidente ucraniano Zelenski, el único que fue recibido con aplausos de la multitud a su llegada, poco después del presidente estadounidense Donald Trump. Además de Trump y su esposa, Melania, también se encontraban en primera fila el presidente finlandés Stubb, el presidente francés Macron, el rey Felipe VI y la reina Letizia, el presidente argentino Milei y el italiano Mattarella. También estuvieron presentes tres de las mujeres más poderosas del mundo: la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y la presidenta de la India, Droupadi Murmu.

Sobre el sencillo féretro de madera del pontífice se colocó un Evangelio que, como ya ocurrió en el 2005, durante las exequias de Juan Pablo II, el viento abrió, pasando sus páginas, ante la emoción de los fieles. El rito fúnebre fue profundamente global, con lecturas y oraciones en inglés, español e italiano, así como en francés, chino, polaco, portugués y árabe, además de largas partes en latín.

La misa fue oficiada por el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, natural de una provincia del norte de Italia, cerca de Milán. A pesar de sus 91 años, su voz sonó fuerte y clara. En su homilía definió a Francisco como «un papa en medio de la gente, con el corazón abierto a todos», dispuesto a entregarse, especialmente por los más desfavorecidos. Recordó el primer viaje del pontífice a Lampedusa, «una isla símbolo del drama de la emigración, con miles de personas ahogadas en el mar», el viaje del 2021 a Irak, «bálsamo sobre las heridas abiertas de la población iraquí» golpeada por el Isis, así como el viaje a Asia-Oceanía en el 2023, para llegar a «la periferia más periférica del mundo».

El pontificado de Francisco ha «tocado mentes y corazones», afirmó el cardenal. «El hilo conductor de su misión fue también la convicción de que la Iglesia es una casa de puertas siempre abiertas», señaló Re, para continuar: «Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles, porque la guerra —decía— no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas». «La guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica».

«‘Construir puentes y no muros' es una exhortación que repitió muchas veces», destacó.

Lleno de calor humano y sensible a los dramas de nuestro tiempo, Francisco «compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización, buscando consolar y alentar con un mensaje capaz de llegar al corazón de las personas de forma directa e inmediata». Fue un papa del siglo XXI, que «elevó incesantemente su voz implorando la paz», y del que el mundo se despidió con cariño.