Prevost obtuvo el apoyo de más de cien cardenales, liderando desde el principio

María Viñas Sanmartín
m. viñas REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El nuevo papa León XIV
El nuevo papa León XIV Stoyan Nenov | REUTERS

Ante los purpurados, dejó claro que nadie debe esperar de él una vuelta al pasado

11 may 2025 . Actualizado a las 11:14 h.

El sucesor de Francisco debía conseguir hasta dos tercios de los votos de los 133 cardenales que el pasado miércoles se encerraron en la Capilla Sixtina a las cuatro y media de la tarde; es decir, como mínimo 89 apoyos. Vaya si los logró. Apenas tardó un día —cuatro escrutinios— Robert Prevost en hacerse con la mayoría necesaria, liderando ya las votaciones desde el primer momento. Lo han revelado algunos de los participantes en el cónclave que, a pesar de haber jurado guardar silencio sobre el proceso, deslizaron en encuentros con los medios que León XIV obtuvo «muchas más» de cien papeletas a su favor.

Prevost habría despuntado ya el primer día, superando incluso al gran favorito, el italiano Pietro Parolin, secretario de Estado durante el pontificado de Francisco. Los otros ocho cardenales estadounidenses con derecho a voto lo habrían apoyado en bloque, según dieron a entender los propios prelados; también, buena parte de los 17 electores latinoamericanos, que conocían al nuevo papa por su prolongada etapa como misionero y obispo en Perú, añade la agencia de noticias Colpisa. Y completaría la ecuación la experiencia adquirida durante los dos últimos años al frente del dicasterio para los Obispos. En Roma le conocían; Francisco dejó el camino trazado.

Su hoja de ruta

Robert Prevost se reunió ayer a puerta cerrada en el Vaticano con todos los cardenales —tanto con los que participaron en el cónclave como con los que tienen más de 80 años y tuvieron que quedarse fuera— para esbozar cuáles serán las líneas maestras de su pontificado, pero también para escuchar las inquietudes de los purpurados. Del encuentro, que duró aproximadamente dos horas, trascendió que su intención es sustentar el papado en el Concilio Vaticano II, a cuya filosofía pidió estricta adhesión. León XIV no solo dejó claro que nadie debe esperar de él una vuelta al pasado, sino que ahondó en los elementos «actualizados magistralmente» por su antecesor, Francisco, en los que pretende ahondar: la «conversión misionera», el «crecimiento en la colegialidad y en sinodalidad», la atención a «la piedad popular», el «cuidado» de los más débiles, y el diálogo «valiente y confiado» con el mundo contemporáneo.

Confirmó, además, ante los cardenales que, efectivamente, había escogido su nombre por la impronta social de León XIII y su «histórica» encíclica Rerum novarum (Sobre las cosas nuevas). Su idea es alimentar ese legado, responder con esta doctrina al reto del desarrollo de la inteligencia artificial, que comporta nuevos y no pocos desafíos en la defensa de la dignidad humana, la justicia y el trabajo.

Montajes de abusos sexuales

La llegada de Prevost al sillón de San Pedro no ha sido un camino de rosas. Los sectores más inmovilistas del clero intentaron desacreditarlo con acusaciones de haber mirado hacia otro lado en uno de los mayores escándalos de abusos sexuales de la Iglesia en Perú, el caso Sodalicio. El propio Vaticano, muy sensible ante este tipo de acusaciones bajo el mandato del Francisco, investigó el señalamiento y no solo demostró que las versiones vertidas eran falsas sino que encontró evidencias de un complot puesto en marcha por sus adversarios.