Enfermos de ELA mapean Santiago en 3D para denunciar falta de accesibilidad

SOCIEDAD
El proyecto Mizura, del investigador del CSIC Dabiz Riaño, también aspira a que se aprecien de verdad las capacidades de las personas con diversidad funcional
13 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.No se trata, como dice el científico del CSIC Dabiz Riaño, de «ayudar al pobre tullido», sino de «cambiar la perspectiva social». El objetivo del proyecto Mizura, que ayer llegó a Santiago de Compostela, es que a los enfermos de ELA, como él, y a todos los que presentan algún tipo de diversidad funcional, se les vea como «una persona más que tiene algo que aportar». Con este objetivo están aprovechando sus sillas de ruedas eléctricas para mapear en tres dimensiones con el sensor LiDAR cascos históricos y otros enclaves patrimoniales singulares. Espacios a los que no pueden acceder ni los coches de Google ni los drones.
Hasta ahora, lo han hecho en la catedral de Burgos, el puente romano de Cihuri (La Rioja), la fachada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Alcalá (Madrid), el Palau de la Música de Barcelona o la Giralda de Sevilla. En la capital andaluza, incluso contaron con el apoyo del colectivo Amigos del Rugbi, que les subieron en brazos los últimos escalones de acceso a la torre para poder de manifiesto la falta de accesibilidad.
En el caso de Santiago, han elegido el arco del palacio de Xelmírez, en pleno Obradoiro, porque representa la entrada triunfal en la plaza para millones de peregrinos después de completar el Camino de Santiago. Hasta los años cincuenta, como explicaron los organizadores, «allí había una cuesta perfectamente transitable, por donde pasaban carros y carretas». Fue el proyecto de 1955 del prestigioso arquitecto Francisco Pons-Sorolla y Arnau el que cambió el pavimento y colocó las escaleras, que son inaccesibles para las personas en sillas de ruedas o con otros problemas de movilidad.

«Recuperar la accesibilidad original de este paso histórico no solo haría justicia a su valor funcional y simbólico, sino que marcaría un antes un después: si ese umbral cae, los demás escalones de la ciudad caerán por su propio peso», considera Riaño, que está haciendo el Camino Portugués desde Vigo con el grupo Discamino.
Por otra parte, la iniciativa, en la que participan otras personas con diversidad funcional al margen de los enfermos de ELA, incluye la entrega simbólica de un planta de carballo al Concello, la USC y los dueños de los establecimientos inaccesibles del casco antiguo. La iniciativa tiene intención reivindicativa y casi poética porque «los carballos nos recuerdan que una ciudad viva es una ciudad que incluye, no los escalones que excluyen», según los organizadores.
La idea de focalizar la iniciativa en los bares de la zona vieja viene dada porque muchos tienen un solo escalón de entrada y entienden que se trata de «un obstáculo mínimo que podría eliminarse fácilmente absorbiendo la pendiente hacia el interior del local».
En definitiva, lo más importante de estas acciones, en palabras de Dabiz Riaño, que viene de recorrer el este de Europa en furgoneta, es poner sobre la mesa que el patrimonio tiene que ser accesible para todos. Él, que dentro de lo que cabe se siente un afortunado porque hay compañeros en los que la enfermedad ha evolucionado mucho más rápido, lo considera que se trata de «una herramienta para cartografiar la exclusión con el fin de transformarla en inclusión real».