Preguntas y respuestas sobre el caso Pelicot: ¿A cuántos años condenaron a Dominique? ¿Agredió también a su hija? ¿Qué ha pasado con el resto de hombres que violaron a Gisèle?

M. V.

SOCIEDAD

Gisele Pelicot, a la salida de los juzgados de Francia en diciembre del año pasado, después de conocer la sentencia a su marido, Dominique, y a los 50 hombres que la violaron durante años mientras estaba inconsciente..
Gisele Pelicot, a la salida de los juzgados de Francia en diciembre del año pasado, después de conocer la sentencia a su marido, Dominique, y a los 50 hombres que la violaron durante años mientras estaba inconsciente.. Manon Cruz | REUTERS

Un repaso al proceso que convirtió a Gisèle en símbolo de la lucha contra la violencia machista. Con ella, la vergüenza cambió de bando

06 oct 2025 . Actualizado a las 15:46 h.

Hace exactamente un año, medio mundo seguía atento el juicio del caso Pelicot, que avanzaba en Francia ya por su cuarta semana debatiendo si proyectar o no públicamente los vídeos de las agresiones sexuales, cruciales para condenar al marido de la demandante y a otros 50 hombres más por violarla reiteradamente tras haberla sedado con altas dosis de ansiolíticos. Aquellas imágenes, que finalmente sí fueron mostradas ante los asistentes a las vistas judiciales  —implicados, familiares, amigos, periodistas e incluso desconocidos que quisieron respaldar in situ a la víctima—, resultaron también claves para ponerle cara al horror y que, por primera vez —y tal y como reclamó la propia Gisèle por boca de su abogado al inicio del proceso—, «la vergüenza cambiase de bando». La culpa pasó de pesarle al que sufre la violencia a abochornar al que la ejerce, al culpable. Responsable y, también, señalado.

¿Qué se conoce como «caso Pelicot»?

El caso Pelicot —también llamado el caso de las violaciones de Mazan o el del monstruo de Mazan— hace referencia a un macroproceso judicial, celebrado en Aviñón (Francia) entre el 2 de septiembre y el 19 de diciembre del 2024. En él se juzgó a Dominique Pelicot, que entonces tenía 72 años, acusado de drogar sistemáticamente con ansiolíticos a su esposa, Gisèle Pelicot, para que otros hombres, con los que contactaba a través de internet, la violasen en su presencia mientras ella estaba inconsciente. Él grababa las agresiones y, en algunos casos, también participaba en ellas. De todos los hombres que acudieron a su domicilio a participar en estos abusos, también fueron juzgados los 50 que pudieron ser identificados por la policía en esas imágenes. Solo 35 reconocieron ser autores de las agresiones sexuales y únicamente tres pidieron disculpas.

El caso adquirió especial relevancia por la crueldad de los hechos juzgados, pero también por la valiente actitud de la víctima. Gisèle decidió por voluntad propia renunciar a su anonimato y solicitó que el juicio fuera público, con la convicción de que la vergüenza debía recaer en los agresores y no en ella. Su decisión la transformó en un símbolo de resistencia y visibilización de la violencia sexual extrema, en todo un icono feminista.

¿Quiénes estaban implicados?

Gisèle Pelicot es la protagonista y principal víctima, una mujer de 72 años que durante casi una década fue vejada y violada sin saberlo, por su propio esposo y por hombres desconocidos con los que este contactaba a través de una web, hoy cerrada. En ella, «ofrecía» el cuerpo inerte de su mujer, a la que previamente dormía con altas dosis de fármacos. El principal acusado fue, por tanto, su esposo, Dominique Pelicot —cuando se celebró el juicio ya estaban separados—, considerado el autor intelectual y material de los hechos. Él era quien le administraba sistemáticamente ansiolíticos y organizaba, a través de foros de internet, los encuentros sexuales con otros hombres, a los que directamente invitaba a su propia casa. Fue condenado a 20 años de prisión, la pena máxima prevista en Francia para el delito de violación.

Junto a él, otros 50 hombres fueron acusados de haber participado en los hechos o de complicidad. Aunque eran plenamente conscientes de que la víctima estaba sin sentido y, por tanto, era incapaz de consentir, en el juicio la mayoría se defendieron argumentando que creían que todo formaba parte de un juego sexual, que la mujer se hacía la dormida o que, directamente, había ingerido por decisión propia pastillas para mantenerse en estado de seminconsciencia. Algunos dijeron que con el consentimiento del marido habían entendido que la mujer accedía a realizar tales prácticas.

¿Qué delitos le fueron imputaron a Dominique Pelicot?

Dominique Pelicot fue acusado de sumisión química, violación agravada, complicidad en violaciones múltiples, organización de una red de abusos y grabación y difusión de material sexual sin consentimiento. Según la acusación, administraba somníferos y otras sustancias a su esposa sin que ella lo supiera, provocándole un estado de inconsciencia prolongado. Aprovechaba esos momentos para violarla y para permitir que otros hombres también lo hicieran, a menudo grabando estas agresiones, que almacenaba en su ordenador junto a una lista de los nombres y datos personales de los hombres que participaban en ellas. Además, la investigación dio con conversaciones en línea en las que Dominique detallaba los encuentros y coordinaba las violaciones. Las pruebas materiales —vídeos, fotografías y registros digitales— fueron claves en su condena. 

¿Durante qué período ocurrieron los abusos?

Los abusos que conforman el núcleo del caso Pelicot ocurrieron aproximadamente entre el 2011 y el 2020. Durante esos nueve años, ella no tuvo conciencia de lo que ocurría y no recordaba nada después. Los encuentros eran grabados y guardados en dispositivos personales, lo que permitió a la policía reconstruir los hechos cuando el caso salió a la luz.

¿Y cómo salieron a la luz los hechos?

De manera casi accidental. Dominique Pelicot fue detenido por un delito menor: filmar bajo la falda a mujeres en un supermercado. En el contexto de esta investigación, se revisaron sus dispositivos electrónicos, donde se halló una cantidad enorme de fotografías y vídeos en los que aparecía su esposa inconsciente siendo violada por distintos hombres. Los agentes también dieron con conversaciones en foros y redes de contactos donde Dominique reclutaba a los hombres que participaban, con él o en solitario, en las agresiones a su esposa, Giséle. Hay acreditadas 92 violaciones, pero solo pudieron ser identificados 50 hombres del centenar que aparecen en las imágenes. Su localización fue posible gracias a una serie de archivos —también almacenados en el ordenador de Dominique— que incluían fechas, nombres y descripciones de las violaciones. Esta fue una de las investigaciones de violencia sexual más amplia de la historia reciente de Francia.

¿Por qué Gisèle Pelicot decidió hacer público su nombre y pedir un juicio abierto?

Gisèle concluyó que esconderse no haría justicia y quiso transformar su experiencia en un acto de denuncia colectiva. Este gesto suyo tuvo un fuerte impacto simbólico: rompió el silencio y los estigmas asociados a la violencia sexual, dando rostro y voz a miles de víctimas que hasta entonces permanecían ocultas. La frase «que la vergüenza cambie de bando» se convirtió rápidamente en lema del caso, inspirando movimientos feministas y campañas de apoyo en toda Francia y en otros países.

¿Cómo terminó el juicio? ¿Cuál fue la sentencia?

El juicio concluyó con una sentencia histórica. Dominique Pelicot fue declarado culpable de haber violado, drogado y organizado violaciones en serie contra su esposa, y fue condenado a 20 años de prisión, la pena máxima prevista en Francia para estos delitos. Los otros 50 acusados recibieron condenas variables: 46 fueron declarados culpables de violación, dos de intento y dos de agresión sexual. Seis de ellos no llegaron a pisar la cárcel. ¿Los motivos? Bien por motivos de salud, bien por suspensión de parte de sus condenas. 

¿Hubo apelaciones después del juicio?

Dominique Pelicot no apeló. Su abogada argumentó que había optado por no prolongar el sufrimiento de su exesposa, aunque en realidad su condena fue tan sólida que poco sentido tenía reclamar. Entre quienes sí apelaron se encuentra Husamettin D., castigado con nueve años de prisión por agresión sexual. Su recurso se resolverá esta semana en la ciudad de Nimes, adonde este lunes se ha trasladado Gisèle para declarar. También testificará Dominique —mañana—.

¿Existen otras investigaciones relacionadas?

Sí. A raíz del caso principal, la justicia francesa reabrió viejos expedientes que implicaban a Dominique Pelicot. Por un lado, se investiga su posible participación en una violación y posterior asesinato en el año 1991, en París; por otro, un intento de agresión sexual en 1999 en la comuna Villeparisis. Además, su propia hija, Caroline Darian, lo ha acusado —y denunciado— por agresión sexual. Ya durante el juicio este tema dio mucho que hablar, porque en el material incautado se encontraron fotos de Caroline en las que aparecía dormida y en ropa interior. Ella siempre ha mantenido que su padre la drogaba, como a su madre, para someterla posteriormente a distintos abusos. Nunca pudo comprobarse.

¿Qué desafíos jurídicos y sociales planteó el caso Pelicot?

Desde el punto de vista legal, este caso obligó a la justicia francesa a abordar la sumisión química como herramienta de violación, un fenómeno difícil de probar porque anula la conciencia y la memoria de la víctima, y apenas deja huella. Solo puede probarse con análisis inmediatamente posteriores al consumo de la sustancia, y ni siquiera siempre, porque hay químicos que apenas se detectan; con el paso de los días, incluso horas, el organismo los elimina.

El caso también abrió el debate sobre la responsabilidad penal de aquellos que participan en abusos organizados: ¿Qué grado de culpabilidad tienen unos hombres que saben que la víctima está inconsciente? ¿Cómo se juzga la complicidad en delitos colectivos? Además, evidenció la magnitud del problema de la violencia sexual y la necesidad de repensar la cultura del consentimiento. Por último, mostró cómo los avances tecnológicos —grabaciones, foros web, redes sociales— pueden ser utilizados como medios para el abuso, pero también como herramientas para destapar delitos y dar con la verdad.

¿Cómo reaccionaron los medios y la sociedad?

En general, los medios —los franceses y los internacionales— cubrieron el juicio con enorme atención y, también, con cuidado y mucho tacto, destacando la valentía de Gisèle Pelicot. Colectivos feministas y asociaciones de víctimas organizaron durante el procesos y los meses posteriores a la sentencia marchas y actos de apoyo, reclamando más protección y justicia para las mujeres. En el mundo cultural, se publicaron obras teatrales, novelas y artículos que denunciaron la complicidad social que permite este tipo de violencias. Especial repercusión obtuvo un manifiesto, firmado por más de 200 hombres del ámbito artístico y académico francés, que defendía que el caso Pelicot demostraba que la violencia no era obra de monstruos, sino de «hombres corrientes».

¿Qué dilemas éticos se derivan del caso?

El caso Pelicot ha abierto además profundos interrogantes éticos como, por ejemplo, de qué manera se puede hablar de consentimiento cuando la víctima está completamente —o incluso parcialmente— inconsciente, cómo garantizar justicia sin revictimizar a quien ya ha sufrido tanto y hasta dónde deben los medios mostrar los abusos sin recrearse en los detalles y acabar cayendo en el morbo. También dejó importantes reflexiones sobre el papel del espectador y de la sociedad: por qué tantos hombres participaron sin cuestionar la violencia, sin negarse o sin siquiera denunciarlocómo se construye una cultura que normaliza o invisibiliza estos actos; o cómo se acompaña la reparación emocional y simbólica de una víctima más allá de las condenas judiciales.