Un implante en el cerebro permite a un tetrapléjico controlar un brazo robótico y un teléfono con la mente

Raúl Romar García
R. Romar LA VOZ

SOCIEDAD

Michael Mehringer, el paciente con el implante, se reune con los investigadores en el laboratorio varias veces a la semana para entrenar el modelo
Michael Mehringer, el paciente con el implante, se reune con los investigadores en el laboratorio varias veces a la semana para entrenar el modelo Kathrin Czoppelt / TUM Klinikum

El procedimiento, de cinco horas de duración, fue el primero de este tipo realizado en Europa

15 oct 2025 . Actualizado a las 18:53 h.

Un equipo del Hospital Universitario TUM de la Universidad Técnica de Múnich ha implantado una interfaz cerebro-computadora en un paciente con parálisis del cuello para abajo. El procedimiento, de cinco horas de duración, fue el primero de este tipo realizado en Europa. El dispositivo facilita la investigación que, algún día, podría ayudar a recuperar la independencia y mejorar la calidad de vida de los pacientes. En particular, los científicos esperan que el paciente de 25 años pueda controlar su teléfono inteligente y un brazo robótico solo con la mente.

«Espero poder volver a comer y beber de forma independiente y necesitar menos ayuda en la vida diaria», dice Michael Mehringer. A los 16 años, sobrevivió a un grave accidente de motocicleta. A esto le siguieron 14 meses hospitalizado, que incluyeron coma, cuidados intensivos y numerosas cirugías. A día de hoy, es tetrapléjico. Michael Mehringer y su familia se enteraron del estudio Inteligencia Artificial para Déficits Neurológicos en el Hospital Universitario TUM a través de un artículo de periódico. «Siempre mantengo una actitud positiva. Siempre tengo esperanza. Eso es lo que me impulsa a seguir adelante. Estoy orgulloso de poder contribuir al avance de la investigación», afirma el joven.

La cirugía duró más de cinco horas

Tras una exhaustiva preparación y planificación, el equipo de neurocirugía del Hospital Universitario TUM implantó una interfaz cerebro-computadora a medida en una cirugía que duró más de cinco horas. Los 256 microelectrodos del dispositivo captan señales de la parte del cerebro que planifica y ejecuta movimientos complejos de agarre.

«El mayor desafío fue implantar los electrodos con absoluta precisión. Solo así se pueden obtener registros precisos y medir las señales cerebrales de forma fiable», explica el profesor Bernhard Meyer , director del Departamento de Neurocirugía.

«Con este procedimiento, se implantó por primera vez en Europa una interfaz cerebro-computadora en un paciente tetrapléjico», afirma Simon Jacob , profesor de Neurotecnología Traslacional. «Nos enorgullece ser la primera institución académica europea en implantar dos dispositivos de este tipo», añadió. En el 2022, el equipo implantó uno en una paciente con ictus y trastorno del lenguaje, lo que permitió mapear el procesamiento del lenguaje en el hemisferio derecho sano de su cerebro.

Descodificando señales cerebrales

Tras la cirugía, comienza la fase de investigación. Michael Mehringer y los investigadores se reúnen en el laboratorio dos veces por semana. Un ordenador se conecta al implante mediante un puerto. El sistema extrae la actividad neuronal de las señales transmitidas. Estos datos se utilizan para entrenar algoritmos de IA que asocien patrones específicos de actividad cerebral con los movimientos que Michael Mehringer pretende realizar. Aquí es donde entra en juego el equipo del Instituto de Robótica e Inteligencia Artificial de Múnich (MIRMI) de la TUM.

El primer paso es usar la señal cerebral decodificada para controlar un cursor en una pantalla o un clic del ratón. A continuación, paso a paso, Michael Mehringer aprenderá a controlar un brazo robótico para agarrar objetos. «En lugar de esperar que los humanos se adapten y aprendan a operar sistemas robóticos, el enfoque está en diseñar sistemas que reconozcan la intención humana», afirma la doctora Melissa Zavaglia , líder del equipo . Tras un par de semanas de entrenamiento, el equipo ha logrado su primer avance: mientras Michael Mehringer intenta seguir el movimiento del cursor por un monitor, los investigadores pueden determinar, a partir de sus señales cerebrales, hacia dónde se dirige.