
Un estudio muestra como la exposición prenatal a partículas finas (PM2.5) daña la protección de las fibras nerviosas
16 oct 2025 . Actualizado a las 17:09 h.Un estudio pionero publicado en la revista Environment International concluye que la exposición a la contaminación atmosférica durante el embarazo se asocia con una maduración cerebral más lenta en los recién nacidos. Este trabajo, fruto de la colaboración entre el Hospital del Mar, el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el CIBERESP, es el primero en analizar el desarrollo cerebral en el primer mes de vida.
La clave del hallazgo se centra en la mielinización, un proceso crucial en el que la mielina -una especie de capa protectora- recubre las conexiones neuronales para que la transmisión de información sea eficiente. Los resultados, obtenidos tras analizar a 132 recién nacidos, mostraron una clara correlación: los bebés cuyas madres estuvieron expuestas a niveles más altos de partículas finas en suspensión (PM2.5) durante la gestación presentaron una mielinización más lenta, lo que se asocia a una menor maduración cerebral.
El doctor Gerard Martínez-Vilavella, del Hospital del Mar, explica que esta ralentización observada en el ritmo de maduración cerebral está directamente ligada a la mayor exposición a las partículas en suspensión PM2.5, treinta veces más delgadas que un cabello humano, y que están formadas por elementos nocivos derivados del proceso de combustión y compuestos orgánicos tóxicos, pero también por elementos esenciales para el desarrollo cerebral, como el hierro, el cobre o el zinc..
Aunque tanto una ralentización excesiva como una aceleración pueden ser perjudiciales, el doctor Jesús Pujol, también del Hospital del Mar, señala que aún es necesario determinar si el efecto observado tendrá consecuencias negativas a largo plazo en las capacidades de los niños.
«En la primera etapa de la vida -explica-, los cambios en el cerebro son grandes y complejos. Tanto la ralentización excesiva como la aceleración de la maduración cerebral pueden ser perjudiciales para el niño o la niña. Pero queda por determinar si el efecto observado es necesariamente nocivo. Este estudio abre un campo de investigación de gran interés para establecer cuál es la velocidad óptima de maduración cerebral durante el embarazo e incluso en qué punto la madre y la placenta actúan como filtros efectivos para proteger y optimizar este proceso».
Ante estos hallazgos, el investigador de ISGlobal Jordi Sunyer lanza una clara advertencia: «los hallazgos en estos recién nacidos nos alertan que no podemos desfallecer en los planes de descontaminar las ciudades. Hay que hacer más pasos adelante para lograr los nuevos criterios de calidad del aire», subrayando la urgencia de proteger el desarrollo neurológico infantil.
Para llevar a cabo el estudio se reclutó a mujeres embarazadas en seguimiento en el Hospital Clínic Barcelona, el Hospital de Sant Pau y el Hospital Sant Joan de Déu. Se monitorizaron los niveles de contaminantes atmosféricos a los cuales estaban expuestos durante la gestación y, después del parto, se seleccionó a 132 recién nacidos. A estos se les realizó una resonancia magnética antes de cumplir el primer mes de vida para observar el grado de maduración cerebral según sus niveles de mielinización.
Los resultados muestran una correlación clara entre una mayor exposición materna a PM2.5 durante el embarazo y una menor mielinización en el cerebro de los recién nacidos.