Todos los detalles de la boda «gótica y romántica» de Stella del Carmen Banderas y Alex Gruszynski
SOCIEDAD
La hija de Antonio Banderas y Melanie Griffith llevó un vestido de encaje con un velo a juego, en contraste con sus tres damas de honor, que vistieron de negro
22 oct 2025 . Actualizado a las 14:24 h.Stella del Carmen y Alex se han dado el sí quiero. La pareja, que se conoció cuando ambos coincidieron, con solo cuatro años, en el colegio, han completado el camino desde una amistad de la infancia a una relación amorosa posterior que tuvo un parón temporal en el 2019. «En el momento en el que nos reconciliamos después de nuestro breve parón me di cuenta de que mi vida era simplemente mejor con él», ha confesado la hija de Antonio Banderas y Melanie Griffith a la revista ¡Hola!, que ha compartido en exclusiva todas las imágenes y detalles del enlace más esperado. Así ha sido la romántica y gótica boda con la que Stella del Carmen Banderas, la única hija en común de los actores, nacida en Málaga hace ahora 29 años, se ha dicho el sí quiero con Alex Gruszynski.
La preboda. Entre el miércoles y el jueves pasado empezaron a llegar los primeros familiares y amigos al hotel bodega, donde ocuparon las 30 habitaciones disponibles. Entre ellos, los familiares del novio y la familia cercana y extendida de Stella del Carmen: sus padres, Melanie y Antonio, la actriz Dakota Johnson —hija de Griffith con Don Johnson—, Alexander Bauer —de su matrimonio con el actor cubano Steven Bauer—, y también Jesse y Atherthon Grace Johnson, dos hijos de Don Johnson con otras mujeres que la novia considera como sus propios hermanos.
La pareja despidió su soltería por todo lo alto el viernes, 17. La preboda se celebró en el monasterio de Santa María de Valbuena, en la localidad vallisoletana de San Bernardo, un monasterio cisterciense del siglo XII. Se preparó una fiesta con cena, cuyo menú empezó con un ravioli de coquelet, manzana y tomate seco con salsa pomodoro y parmesano; siguió con un bogavante lacado con ensalada de marujas, gajos de naranja y cebolla encurtida. Después, un sorbete de fruta de la pasión y menta para cambiar el sabor de cara a tomar un milhojas de solomillo de ternera y, de postre, un coulant con tofe y sopa de chocolate blanco. Para los vinos, los caldos de la Abadía Retuerta donde se celebró la boda al día siguiente. Y no faltaron tampoco los cócteles.
El vestido y el ramo de la novia. «Quería un vestido que pareciera sacado de una historia de fantasía. También algo un poco gótico, muy romántico e inspirado en el encaje español», aseguró sobre la nívea pieza con la que llegó al altar y se dio el «sí quiero». Fue creada por ella misma a medida con Rodarte. «Nos pasamos alrededor de nueve meses diseñándolo juntas», revela a la revista ¡Hola! sobre su colaboración con la firma fundada por las hermanas Kate y Laura Mulleavy.
Se trata de un vestido de intrincado encaje y gasa con un gran escote en corazón, hombros al aire y un largo velo de tres metros también de encaje. Como ramo utilizó un original bouquet de calas negras, de cara a completar ese look entre gótico y romántico que pretendía buscar para el enlace.
Aunque su padre, Antonio Banderas, estudió Diseño de Moda, no participó en la confección del vestido. Stella tenía su razón para ello. «¡Quería que se llevara una sorpresa en el gran día! Aunque es un genio de la moda, le he dejado ser solo el padrino», ha bromeado. El actor también lo entiende perfectamente. «Soy un admirador de su gusto, era su día y su visión era muy clara: elegancia, sencillez y que combinara lo romántico y lo creativo», destacó.
Lo nuevo, lo prestado y lo azul. Por supuesto, la novia no dejó de seguir todas las tradiciones de las bodas. Lo nuevo ha sido su vestido; lo prestado, «una joya con mucha historia que proviene de la familia de mi madre». ¿Y lo azul? «Un bordado muy discreto, casi oculto, en el interior del traje», revela.
Los padres de la novia. «No te estreses por nada, simplemente intenta disfrutar de cada segundo». Ese fue el consejo que le dio a la novia su madre, Melanie Griffith, que no dudó en participar de la estética gótica romántica de la boda con un vestido de Dior verde musgo con satén de seda y un abrigo de encaje con guantes del mismo tono.
También de Dior apareció, con la novia en su brazo, su padre, Antonio Banderas, muy emocionado en su camino al altar. «Seguramente iba muy recto al principio, pero con el corazón desbocado», le confesó a ¡Hola! el actor. Él también le dio un consejo a su hija. «Como buen andaluz, me recordó: "Pase lo que pase, mira a Alex a los ojos y sonríe". Es vuestro día», contó Stella.
Las damas de honor. La actriz Dakota Johnson, hermana de la novia por parte de madre; Atherton Grace Johnson, fruto de la relación entre Don Johnson y Kelley Phleger y a la que Stella considera como una hermana más, y Adaline Gruszynski, hermana del novio, fueron las tres damas de honor. Todas ellas vestidas de negro, como contraste tonal con la novia y para acentuar el ambiente gótico del enlace. Llevaban diferentes diseños, pero todas ellas con el mismo estampado floral y ramos de calas negras idénticos al de Stella.
Los invitados. La boda tuvo un total de 200 invitados, una ceremonia relativamente pequeña teniendo en cuenta que la pareja se codea con estrellas de Hollywood. Entre los asistentes estuvieron Nicole Kimple, actual pareja de Antonio Banderas; la mujer de Sting, Trudie Styler; las hijas de Barack y Michelle Obama, Malia y Sasha; actores como Drew Starkey —conocido por la serie Outer Banks y la película Queer, de Luca Guadagnino— o Odessa A'zion —de la serie Grand Army o la película Marty Supreme—.
Quien no acudió fue la abuela materna de Stella, la actriz Tippi Hedren, protagonista de Los pájaros, de Alfred Hitchcock, ya que consideraron que el viaje era excesivamente largo para sus 95 años.
El lugar. El enlace se celebró en la antigua abadía de Santa María de Retuerta, un templo de la orden premostrartense y estilo tardorrománico, fundado en 1146 y expandido a lo largo de los siglos con añadidos que lo dotaron de un espectacular claustro del siglo XVI y una hospedería en el siglo XVIII.
Ahora, es un hotel boutique cinco estrellas en plena Ribera del Duero, un lugar que había visitado en un viaje con sus amigos y que creyó que era perfecto para darse el «sí quiero». ¿Por que aquí y no en su Málaga natal? «Siempre estará en mi corazón, pero, para la boda, buscábamos algo que combinara la historia, la tranquilidad y la exclusividad, lejos del foco mediático», explica a la revista.
La ambientación. La capilla, desacralizada en el siglo XIX con la desamortización de Mendizábal, estaba adornada con cientos de velas dispuestas en candelabros de forja y enormes cortinones blancos que colgaban de los techos del templo. Con ello, consiguieron acrecentar el romanticismo y el estilo gótico de la ceremonia.
La ceremonia. Alex Gruszynsi llegó a la iglesia de primero, nervioso en su esmoquin de Ralph Lauren. Poco después apareció la familia de la novia. Su madre y sus hermanos. Stella llegó al altar poco después, del brazo de su padre, Antonio Banderas, mientras sonaba en el lugar una canción compuesta por el tío abuelo de la novia expresamente para la ocasión.
La ceremonia, de carácter civil, fue oficiada por el actor Blake Lee, que recorrió la historia de los contrayentes al ritmo de la orquesta del teatro del Soho, de Antonio Banderas. A continuación, mientras los músicos interpretaron Here, There, Everywhere, de los Beatles. los novios leyeron sus votos. Con el «sí quiero» y el acto de intercambio de los anillos, Antonio Banderas no pudo controlar las lágrimas.
El detalle. Los novios dejaron vacía una silla para rendir homenaje a sus abuelos y a otros familiares fallecidos.
Los aperitivos. En el claustro del monasterio se sirvió el cóctel mientras un cuarteto de cuerda amenizaba la velada. A cargo del chef con estrella Michelin Marc Segarra, tomaron boquerones fritos, berenjenas, gildas, muchos pintxos, jamón ibérico, coquinas, paella y una selección de quesos.
El gesto de Antonio Banderas. Antes de la cena, el actor tuvo un detalle con todos los periodistas que se concentraban en el exterior. Se acercó a ellos para mostrarles su emoción y aprovechó para brindar con todos ellos.
El banquete. Por último, a las 8 de la tarde se celebró el esperado banquete, en el que la novia vistió un nuevo vestido nupcial: diseñado pro Jane Book, era una pieza lencera hecha a medida que acompañó con pendientes largos de diamantes.
En cuanto al menú, comenzaron con un ajoblanco con uvas de temporada; lubina salvaje de plato principal y de postre, una tarta de queso al estilo vasco con vino tinto. En cuanto a los caldos, se utilizaron vinos de la región: tintos Ribera del Duero, de Abadía Retuerta, un godello y champán.
¿Y después? Para los detalles de la gran fiesta posterior, el baile de los recién casados y varias sorpresas más habrá que esperar, ya que la revista ¡Hola! se ha guardado la exclusiva de toda esta información una semana más.