El 72 % del material incautado a pedófilos son imágenes cotidianas no sexualizadas de menores obtenidas de redes sociales. En España, el 89 % de las familias publican en internet «contenido sensible» sobre sus hijos al menos una vez al mes
27 oct 2025 . Actualizado a las 16:36 h.La palabra sharenting es el acrónimo inglés de dos palabras: share, que significa compartir, y parenting, que se traduce como paternidad o crianza. Consiste en el uso habitual de las redes sociales para compartir información —noticias, pero sobre todo imágenes— de los propios hijos, tal y como se explica en el informe redactado el año pasado por un grupo de expertos para el Ministerio de Juventud en el marco de los preparativos de la ley de protección de menores en el entorno digital. En España, el 89 % de las familias publican en Internet «contenido sensible» sobre sus hijos al menos una vez al mes, según el estudio EU Kids Online 2020. Solo una de cada cuatro les preguntan si están de acuerdo con ello. El Gobierno ha avanzado este lunes su intención firme de regular esta práctica, actualmente abordada por un marco legal incompleto.
La Ley Orgánica 1/199683, en su artículo 4, establece que los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la protección de su honor, intimidad y propia imagen, recuerdan los expertos en el citado informe encargado por el Gobierno. Los padres y madres, en su calidad de responsables legales, deben actuar teniendo en cuenta el interés superior de la o el menor, lo cual incluye decisiones sobre la publicación de imágenes o información relativa a sus hijas e hijos en medios públicos o privados. También la Ley Orgánica 1/198288, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, protege de manera específica estos derechos para todas las personas, incluyendo menores. Cualquier intromisión ilegítima puede ser objeto de reclamación judicial, y en el contexto del sharenting, madres y padres pueden estar incurriendo en responsabilidad por publicaciones que vulneren estos derechos de sus hijas e hijos.
El estudio Exposición de menores en Instagram: instamadres, presencia de marcas y vacío legal, llevado a cabo por investigadoras de la Universidad del País Vasco y publicado en el 2022, revela que los contenidos en los que aparecen menores reciben un 41 % más de likes respecto a los que no. «El marco legal que regula la gestión de la imagen de los menores varía según el país — anotan sus autoras—. En España, la decisión de colgar una foto de las hijas e hijos en una red social pertenece a la esfera de la patria potestad. Es decir si ambos progenitores están de acuerdo pueden hacer lo que consideren. Sin embargo, la ley también reconoce que los niños son personas y, como tales, titulares de derechos, como el de la propia imagen, consagrado en el artículo 18.1 de la Constitución».
Encabeza la lista de los riesgos señalados por los 50 expertos en la materia a los que recurrió el Ministerio —entre otros, juristas, informáticos, pediatras, psiquiatras y profesores— la facilidad con la que un pederasta o un pedófilo puede acceder a fotografías de menor compartidas públicamente por sus padres, descargarlas y utilizarlas para cualquier fin ilícito relacionado con la pornografía infantil. Según fuentes policiales, el 72 % del material incautado a pedófilos son imágenes cotidianas no sexualizadas de menores obtenidas de redes sociales. «Cuando compartes una foto de tu hijo no sabes en manos de quién puede acabar», reza una campaña conjunta de la Policía Nacional con la fundaciónSOL, que trabaja para construir un entorno digital seguro para las futuras generaciones. En ella, los agentes advierten de que las imágenes publicadas por los padres pueden ser modificadas con inteligencia artificial. «Una vez que compartes una foto de tu hijo en internet pierdes el control para siempre», avisan.
Otro riesgo citado por el informe de Juventud e Infancia es el acoso al que puede verse sometidos los niños, niñas, y especialmente los adolescentes por parte de sus iguales al ver publicadas fotografías realizadas por sus progenitores. «Para algunos, será gratificante contar con un álbum digital de toda su infancia y verse rodeados de la familia y los amigos más cercanos, pero para otros, quizá los más retraídos, esa sobreexposición podría suponerles serios problemas de autoestima», reflexionan los autores. Los datos hablan por sí solos: el 56 % de los padres comparten información potencialmente vergonzosa de sus hijos, el 51 % dan datos con los que puede localizárseles y un 27 % cuelgan fotos directamente inapropiadas. En España, el 42 % de menores siente vergüenza por los contenidos subidos por sus padres o madres a internet.
Principales riesgos del «sharenting»
Uso fraudulento de las imágenes. Fotografías que los progenitores suben con ilusión —un cumpleaños, un baño, un primer diente— pueden ser descargadas sin permiso por conocidos y también desconocidos, manipularse y recolocarse en contextos inapropiados e incluso ilícitos. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) alerta de que contenidos aparentemente inofensivos pueden convertirse en material reutilizado para propaganda comercial sin consentimiento o para fines delictivos.
Huella digital prematura. Cuando se publican fotos, nombres, edades, colegios o ubicaciones de los niños se está generando un rastro en línea que permanecerá. Según análisis recientes, esa huella puede interferir más adelante con el desarrollo de identidad de los menores, con su reputación o con su autonomía futura.
Geolocalización y exposición. La publicación repetida de rutinas, ubicaciones o datos visibles en imágenes —por ejemplo, un parque, la puerta de una casa, el uniforme del colegio— facilita que terceros identifiquen patrones, lugares frecuentados por el menor o momentos vulnerables. Esto abre la puerta a situaciones de acoso, seguimiento o grooming —contacto deliberado de adultos con menores con fines abusivos—.
Ciberacoso, pedofilia y abuso mediante nuevas tecnologías. La AEPD recuerda que el sharenting no es un hecho aislado. Las imágenes de los niños pueden acabar en círculos de abuso, pueden servir de instrumento para generar perfiles falsos e incluso pueden ser manipuladas mediante inteligencia artificial para crear material de abuso sexual infantil.
Es fundamental adoptar una serie de pautas que permitan reconciliar el deseo natural de compartir con la necesidad de proteger a los menores, coinciden todos los expertos. A las familias les recomiendan cambiar el foco: de compartir sin pensar a compartir con conciencia. Esto implica detenerse antes de publicar y preguntarse si la imagen o el vídeo revelan más de lo que se desea compartir y si el menor podría consentir en el futuro esa publicación o si, quizá, debería permanecer dentro de un ámbito familiar más cerrado. Sugieren también configurar las redes sociales de forma restrictiva: activar perfiles privados, limitar el número de personas que pueden ver las publicaciones y desactivar siempre que sea posible la geolocalización de las imágenes o vídeos. Según la AEPD, estas simples medidas ya incrementan mucho el nivel de seguridad.