Galicia honra a sus seres queridos en Todos los Santos: «Recordos véñenche todos os días»
SOCIEDAD
Los cementerios han sido un ir y venir de visitantes durante todo el sábado, pero al coincidir Difuntos en domingo, la afluencia ha estado muy repartida
01 nov 2025 . Actualizado a las 20:51 h.Limpieza, flores y sobre todo recuerdo en los cementerios de toda Galicia. Aquellos que acuden a recordar a los suyos aprovechan este fin de semana de Todos los Santos y Difuntos para su tradicional cita en los camposantos.
En Vigo, detrás del mausoleo de Cesáreo González, el productor de cine que lanzó al estrellato a Marisol y a Lola Flores y en el patio de atrás de la capilla mortuaria de Bernardo Alfageme, los que murieron con la única compañía de un gato no tienen nombre, solo un numero. Hay 239. En el cementerio de Pereiró apenas unos metros de tierra húmeda y yerba separan a los poderosos de los humildes, los olvidados a los que ayer se les rindió homenaje por parte del Foro Sociosanitario As Ninguéns, un colectivo que ayuda a los sintecho y a personas que viven muy precariamente. Alguien alzó un crucifijo oxidado y tirado sobre una placa rota de una tumba desconocida, parecía estar besando la tierra.
Fue un acto emotivo en el camposanto más antiguo del Ayuntamiento de Vigo. Las sepulturas sin nombre empiezan a ser reconocidas. El nuevo coordinador del foro, David Prieto, depositó un ramo de flores. Lo hizo sobre la tumba del Vikingo, así apodado por sus compañeros de la calle. Prieto, que fue presentado por Antón Bouzas, hasta ahora responsable del colectivo, vivió en sus carnes la acampada con frío y calor que hubo frente al Ayuntamiento. Ayer volvió a la Praza do Rei para depositar un ramo en memoria del fallecido en medio de unos días aciagos y reivindicativos de mayor justicia social.
El momento más sentido fue el recuerdo de Rafael Luque Guzmán, que descansa en la sepultura en tierra número 52. Vivió durante siete años en una pensión, Nuestra Señora del Carmen, como recordó Carla Leiras, portavoz del colectivo. Eiras puso varias coronas en la tierra blanda que acoge los restos de aquellos a los que la vida dio un revés y murieron en la pobreza en lugares que se derrumbaron y que ahora son símbolo del desarrollo urbanístico de Vigo. Rafael falleció en agosto del 2024 y tuvo que ser identificado por sus compañeras de pensión. En el 2023 murieron 16 vigueses en la calle.
La portavoz del foro recordó los recientes casos de Carmen, cuyo cadáver se encontró en una maleta tras ser asesinada; Rocío, usuaria del albergue que apareció en una cuneta de Beade o Rosana, fallecida en el incendio de un edificio en la calle Alfonso X junto a sus hijos.«Catalogar unha morte de este tipo como non violenta ou natural, como se fixo con case todos os compañeiros que descansan neste cemiterio na zona 9 é unha mostra enorme de cinismo e deshumanización. Ningunha morte na rúa é natural. A pobreza extrema acurta ata 12 anos de vida», explicó a los presentes Carla Leiras, que es profesora de Igualdade.
El cementerio de San Amaro volvía ser uno de los más concurridos de la ciudad de A Coruña, que celebró además un acto solemne en memoria de tres gallegos ilustres, Juana de Vega, Víctor López Seoane y Luis Huici.
En Santiago, el epicentro de la actividad estuvo en Boisaca, donde ya se había notado gran afluencia de visitantes durante el viernes. Los operarios municipales se emplearon a fondo para tener todo listo para un día tan especial en el que incluso se ampliaron horarios.
La tregua que dieron la lluvia y el viento puso la tarea más sencilla. Influyó también mucho que Todos los Santos y Difuntos hayan coincidido en fin de semana evitando así las habituales aglomeraciones del día 1 de noviembre.
«Es un homenaje a los que ya no están», decía esta mañana Sara, una vecina de A Pobra do Caramiñal, que visita sin faltar un año a su abuela. «Estos días se valora que todo esté tan bonito», expresaba otra visitante.
En el área de Ferrol también se notaba la afluencia de familias. En Catabois se sucedían los vecinos con ramos de flores, centros y enormes garrafas de agua para limpiar los nichos. En Mugardos, incluso, se desplegó un dispositivo especial de tráfico para este sábado y domingo.
«Defuntos é un día que hai que vir ao cemiterio», decía María Jesús en Malpica. Aunque vive en el concello de Cambre, hoy tocaba visitar a la familia y asistir a misa. «Recordos véñenche todos os días, pero hai que tirar para adiante», añadía Encarna, una vecina de A Coruña que visitaba la Costa da Morte para honrar a sus padres, abuelos y a una hermana.
En A Mariña tuvieron que lamentar un robo en la decoración de uno de los nichos. Sucedió en el cementerio de Altamira, en Viveiro, donde una familia descubrió que habían desaparecido los centros de flores que habían colocado el martes. «Ata levaron o cacharro e a esponxa no que se cravan as flores. Non hai dereito!».
El cementerio de San Froilán, en Lugo, fue un ir y venir durante toda la semana, pero este sábado fue especial. Con crisantemos, rosas, lirios o claveles, los vecinos se adentraban entre las calles del camposanto. «Ojalá no tener motivos para venir un día como este», expresaba una mujer. «Hace muchos años que, por desgracia, tengo este día marcado en el calendario», apuntaba otra. No quisieron dar sus nombres. Era su momento para recordar.
De hacer caso a los antiguos pobladores del mar de Arousa, el ciclo anual se adentra en su tramo más oscuro. Nada malo, si de lo que se trata es de recordar a quienes se han ido. En Todos os santos, como este sábado, o en la jornada del domingo, consagrada a los Defuntos, a aquellas ánimas que permanecen en el purgatorio y por las que los pequeños saldrán a pedir sus esmolas por las calles de A Illa. Hay costumbres que con el tiempo se han perdido, como los banquetes entre tumbas que los viejos gallegos celebraban hasta hace un par de siglos y Bernardo Barreiro documentó en Brujos y astrólogos de la Inquisición en Galicia. Otros hábitos, en cambio, persisten prácticamente inalterables. La tradición, por ejemplo, manda engalanar con flores y sacar brillo a las lápidas de esos camposantos cuyos muros veía absurdos Castelao, habida cuenta de que los de fuera no quieren entrar y los de dentro no pueden salir. Los habitantes de O Salnés cumplieron eficazmente con este cometido, propio de los primeros días de noviembre, impulsados por la tregua firmada con la lluvia, que no hizo su aparición hasta bien entrada la tarde.
Quien tenga tiempo de recorrer sin prisas los cementerios podrá leer algunos epitafios que, según el caso, invitan a la sonrisa o a la ternura, en ocasiones a una cierta zozobra. En Santa Mariña Dozo, la más hermosa de las últimas moradas, alguien pide, por ejemplo, que nadie deposite flores sobre su tumba fría, «vana ilusión de un día son sus colores, una oración os pido y mil perdones». No muy lejos, un par de lápidas evocan el poder poético de la brétema y la amistad cultivada en vida. Aunque probablemente la palma se la lleve el corto mensaje que muestra un nicho en el cementerio municipal de Rubiáns, en Vilagarcía. Groucho Marx lo habrá hecho o no, pero aquí un hombre finado a los 93 años se excusa ante la concurrencia con genio y figura: «Disculpen que no me levante».
El Concello de Vilagarcía aprovechó la ocasión para anunciar que trabaja en la ampliación del otro cementerio municipal, el de O Carril. Aunque existía ya un proyecto firmado en el 2023, la idea ahora es trabajar poco a poco, por fases y con estructuras modulares, hasta ganar unos 176 nichos que sumar a los 1.400 existentes. Además de mejorar la accesibilidad y los paseos que comunican sus distintas zonas. El proceso llevará su tiempo, porque requiere autorizaciones del ADIF y Costas de Galicia, y en él se emplearán unos 250.000 euros.
Con información de delegaciones de La Voz de Galicia