CÉSAR WONENBURGER CRÍTICA DE CINE/SCARY MOVIE 2
08 nov 2001 . Actualizado a las 06:00 h.Tras el éxito planetario, y absolutamente merecido, de Scary movie era previsible que los hermanos Wayans intentasen repetir la jugada con una secuela que, como también suele ocurrir en estos casos, no alcanza los logros del filme anterior. A la nueva película de los Wayans le ocurre lo que a Torrente 2: El efecto sorpresa se ha perdido, en buena parte, por más que su sano espíritu transgresor, siga pasando por encima de las convenciones impuestas por la falsa corrección política. Esa mirada devastadora, autocrítica, sobre la imagen que de una cierta juventud americana ofrecen series como Sensación de vivir o películas del tipo de Los albóndigas en remojo, se mantiene en esta nueva entrega, si bien su puesta en imágenes ha perdido algo de aquella frescura que tenía la primera entrega. Keenen Ivory Wayans reconoce que lo divertido de esta cinta «fue tener la oportunidad de retroceder y ver mis películas preferidas de cuando era adolescente, películas que han influido en mi vida». Reconoce asimismo que el filme le dio la oportunidad de «parodiar thrillers más recientes». La cinefilia más pedante y retrógrada condena este tipo de propuestas porque supuestamente apelan a los instintos más bajos del espectador, con sus bromas de trazo grueso. Por supuesto que en el humor de los hermanos Wayans, como en el de sus colegas, los inteligentes Farrelly, no predomina la sutileza. Sus referencias no son ni Lubitsch ni Wilder; pero si uno escarba, bajo la búsqueda de la carcajada fácil, se puede encontrar una crítica nada benevolente hacia la parte más estúpida de una sociedad que ha convertido la inmadurez en un valor.