Cartas de amor y puñetazos

La Voz

TELEVISIÓN

24 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

«Yo no soy Mickey Rourke, soy asturiano», decía la letra de una canción a principios de los 90. El actor neoyorquino fue un mito que comenzó a declinar muy pronto, hasta convertirse en carne de los Razzies, los anti-oscar, esos galardones que premian las peores actuaciones del año. Después de pisar el Actor's Studio, Coppola le dio su primer papel importante en La ley de la calle, que lo consagró rápidamente como uno de los intérpretes más prometedores de su generación. Pero el director de El padrino hizo algo más por él. Le escribía cartas de amor para sus ligues. Uno de ellos fue la modelo Carré Otis. Coincidieron en el rodaje de Orquídea salvaje , donde Rourke estrenaba implante facial. La pasión entre ambos -ella tenía 21 años- traspasó la pantalla, con escenas de alto voltaje erótico que, según se dijo en su momento, fueron algo más que esforzada actuación. Al terminar la película, se casaron. Rourke empezó a boxear, también con su esposa. Ella lo dejó. No todo fueron malos tratos. El actor ayudó a su mujer a superar su adicción a la heroína. Se la llevó a México y la internó en una clínica. Estuvo todo el tiempo con ella hasta que se recuperó. Hoy aún son buenos amigos.