Inditex viste el Museo del Traje

Carmen Romero MADRID

TELEVISIÓN

FOTOS: JUAN LÁZARO

La firma gallega ha donado a la institución madrileña, inaugurada el pasado 1 de abril, casi 500 piezas diseñadas por Mariano Fortuny a principios del siglo XX

06 abr 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

«Los diseños de Fortuny tiene un valor extraordinario y son muy difíciles de encontrar. Su revolución de la moda de 1900 es equivalente a la que llevó a cabo Cocó Chanel unas décadas más tarde», explica Andrés Carretero, director del recién inaugurado Museo del Traje. Una donación de Inditex ha hecho posible que la exposición madrileña cuente con casi 500 piezas creadas por este modisto, que propuso modernos vestidos de corte oriental a unas mujeres apenas liberadas del corsé. La firma gallega ha donado al museo, inaugurado el pasado 1 de abril, la cifra necesaria (unos tres millones de euros) para adquirir la colección de la austriaca Lisselette Horns, en la que destacan los vestidos Delfos y Knosos, las creaciones más celebradas de este enamorado de la indumentaria exótica. Alta costura Fortuny y Balenciaga son los modistos en los que más se detiene el recorrido del Museo del Traje, que abarca en sus 3.800 metros cuadrados desde la época romana hasta los diseños de Amaya Arzuaga o Custo para la última temporada. «Iba siempre diez años por delante de los demás diseñadores», afirma Carretero acerca de Balenciaga, al que considera «el mayor maestro del siglo XX», por delante de nombres como Dior, Chanel o Givenchy, cuyos diseños también se exponen en las distintas salas. A pocos metros de las creaciones de Paco Rabanne, el visitante puede contemplar el ajuar confeccionado en 1235 para la hija de Fernando III. Los fondos procedentes del Museo del Pueblo Español permiten a la exposición combinar prendas medievales, románticas y neoclásicas con las grandes firmas de alta costura. Esta amplia perspectiva hace del Museo del Traje de Madrid «el mejor de Europa», según su director. Las exposiciones permanentes del Metropolitan de Nueva York, el Louvre de París y el Museum of Costume de Bath se decantan hacia la indumentaria antigua, ignorando que «un vestido de Balenciaga tiene el mismo valor etnográfico que un traje de lagarterana», en palabras de Carretero.