Entrevista | Blanca Riestra La autora gallega se adentra en la Praga barroca y misteriosa en «El sueño de Borges», novela ganadora del Premio Tigre Juan
03 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.Alquimistas, manuscritos perdidos, golems y emperadores que mueren de melancolía moran en El sueño de Borges (Algaida), la última novela de Blanca Riestra, galardonada con el XXVII Premio Tigre Juan. En esta apasionante fábula gótica, la escritora gallega se sumerge en la Praga del siglo XVII bajo la sombra del escritor argentino. -¿Cómo surgió la idea de adentrarse en la literatura con tintes históricos? -En el 2002 estuve en Praga para hacer un reportaje. Cuando llegué, me di cuenta del potencial de la ciudad. Comencé a investigar y, como por casualidad, empezaron a surgir pistas que me llevaron de un sitio a otro. La más importante, la existencia del manuscrito Voynich. Primero pensé en escribir una novela actual sobre una investigación en torno a ese documento, pero decidí centrarme en la corte de Rodolfo II y en la época barroca. -Recurre a Borges y a su sueño lleno de castillos, laberintos, guerras e infames crímenes. -Me di cuenta de que podía funcionar como Dios en la sombra de estas historias que se van encajando como si fueran muñecas rusas. -John Dee, Johannes Kepler, Octavio de Strada... Son muchas las voces que resuenan en esta narración... -La principal es la de un Borges en el último año de su vida que dicta una supuesta novela, el libro que nunca escribió, a un lector español en los ochenta. En la narración del escritor está su alter ego, Pavel Zounek, viejo enterrador del cementerio judío de Praga quien, en una conversación con el doctor Marcus Marci, rector de la Universidad de Carlos, cuenta los extraños sucesos que ocurrieron en 1609. -«Me voy muriendo cada día y lo reconozco», empieza la cita de Ptolomeo con la que introduce las historia. Borges está en el ocaso de su vida, y también el final de la existencia es una idea constante en el sueño. -La novela trata sobre la búsqueda del sentido de la propia existencia. Tanto Ptolomeo como Rodolfo II o los otros personajes están animados por una búsqueda de algo que los eleve por encima de la cotidianeidad. Son gente obsesionada con la búsqueda del enigma de la existencia. Creo que es la única forma de combatir el paso del tiempo y la conciencia de la muerte. La literatura, la ciencia o el estudio constituyen las maneras de emprender esta empresa. -La religión y la superstición caminan de la mano a lo largo de la trama. -Una de las tesis de El sueño de Borges es que no hay tanta diferencia entre religión, superstición y ciencia. Esta similitud también se sigue produciendo en la actualidad, aunque pensemos que la ciencia lo puede curar todo. Ciencia, religión y arte están hermanadas. La ciencia pretende encontrar soluciones muy detalladas, mientras el arte pone al descubierto la pregunta. Pretendo reflejar que la conclusión a la que llega cualquier persona obsesionada con el sentido de la vida es que no existe respuesta, y que en esa indefinición está la verdadera respuesta. -En una de las conversaciones con Borges afirma que no pasaría nada por quemar todos los libros... -Las palabras de Borges son una broma de humor negro. Pero, en cierto modo, aunque todos pensamos que somos muy especiales, nos parecemos más de lo que suponemos. Creo que existe una voz universal que recorre la literatura de todos los tiempos, una antorcha que se transmite de generación en generación. Me gustaría creer que la voz de la literatura es una y que trasciende a las pequeñas mediocridades de cada escritor.