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La compañía catalana empieza hoy en Vigo un periplo por los escenarios gallegos con la obra «En un lugar de Manhattan», una recreación del «Quijote»
27 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Tras su paso por Pontevedra, Els Joglars vuelven a los escenarios gallegos con En un lugar de Manhattan , obra que nació de la propuesta que Esperanza Aguirre le hizo en su momento al responsable de la compañía para conmemorar el IV Centenario del Quijote. Las representaciones se desarrollan hoy, mañana y pasado en el Centro Cultural Caixanova, y posteriormente pasarán por Ourense y A Coruña. Además de ser el director y fundador en 1962 de la compañía, Albert Boadella (Barcelona, 1943) está cada vez más cerca de la polémica con la plataforma Ciutadans de Catalunya, que se ha convertido en Partido de la Ciudadanía. -En su montaje, don Quijote es un caballero castellano, y Sancho, un paisano catalán, ¿no? -Es una licencia que me he tomado porque he pensado que hay algo en que los dos tienen parecidos. Uno es muy castellano y revela muchas de las locuras de la propia Castilla, y el otro es más abocado a lo material, con cierto sentido común y poco dado a las utopías e ideales, que corresponderían más a un hombre del mediterráneo. He hecho ese doble juego para decir que unos y otros están condenados a entenderse, como Quijote y Sancho, que aunque se pelean, forman parte de un mismo ente. Es una simbología española. -¿ Más de mil horas de ensayos en seis meses no es demasiado? ¿Hay lugar a la improvisación? -La cantidad de horas de ensayo ha sido extraordinaria, pero eso se hace precisamente para mostrar la sensación de que todo aparece espontáneamente improvisado. Para conseguir naturalidad en el teatro, para que no suene a teatro, se necesita mucho trabajo. En esta obra, si algo parece improvisado, no lo es. Está todo milimetrado. Cada representación puede diferir una de la otra en 20 segundos. Es casi como una película. - ¿Cuál es el papel del director cuando la obra ya tiene vida propia? -Se hace una revisión constante, como los motores de un avión que a partir de unas horas de vuelo necesitan un ajuste. En las funciones que haremos en Córdoba, debo ir para apretar unos tornillos. - ¿Qué haría ahora el Quijote en Nueva York? -¡Pobre! Pensaría que ha aterrizado en otro planeta y que todo son gigantes. - Podría ir a refugiarse al Instituto Cervantes... -Donde menos encuentra refugio la esencia auténtica de las cosas es en los institutos. - El Quijote también podría ser usted mismo en este momento... -Bueno, hay aspectos que podrían recordar algunos lances de mi vida, ahora, y en el pasado, pero los comediantes no somos nunca quijotes porque pertenecemos al gremio de los pícaros y él no tiene nada de eso. Es un loco místico que va hacia su meta por el camino más recto, sin vericuetos. Los de mi gremio somos más astutos. - La obra se representó en Cataluña. ¿Cómo fue recibida? -Fatal. Cataluña tiene un contencioso cada vez mayor conmigo y, en consecuencia, con Els Joglars. Nos considera directamente unos traidores a la patria. Hay un boicot directo de los espectadores. Estuvimos en Barcelona y Gerona y la caída de público fue espectacular. No vamos a probar más. Fuera de Cataluña la obra tiene éxito y público que sabe apreciar sus aspectos divertidos, poéticos, románticos y trágicos. - Viven como en una isla. -Sí. Vivimos en el autoexilio. Nosotros estamos en Cataluña como hay empresas que están en Taiwán y trabajan para otros países. - ¿Estuvo la semana pasada en el pregón de Elvira Lindo en Barcelona? -No, pero sí compañeros míos. Esa actitud intolerante y cercana al fascismo ya la he conocido en carne propia durante un pregón en Gerona, ¡y eso que lo dije en catalán! Esas cosas ocurren en Cataluña cada vez con más virulencia. Los territorios a veces enferman, como las personas. Es complicado y no tiene aspecto de remitir. De todas formas, yo estoy allí como podría estar en otra parte. La patria es donde uno se siente a gusto y, si no estoy a gusto allí, me iré. - ¿Cuál será la próxima obra de Els Joglars? -Estamos acabando una pequeña pieza de tema taurino, un diálogo entre un toro y un torero que creará debate.