Juanes encabeza una historia de contrabando en «Pimpinero. Sangre y gasolina»
TELEVISIÓN
![](https://img.lavdg.com/sc/gS1iwDntyFLr_EiRHYJ1LSB8xkQ=/480x/2024/11/22/00121732275122122825327/Foto/j_20241122_122939000.jpg)
El cantante debuta en el cine de la mano de esta película que ya está disponible en Prime Vídeo
23 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hace una década, cuando la gasolina de Venezuela era la más barata del mundo, el contrabando del carburante era frecuente en la frontera con Colombia, un negocio al que se dedicaban los hermanos Estrada cuya historia de ficción cuenta la nueva película Pimpinero. Sangre y gasolina, un drama de acción plagado de adrenalina y visceralidad que se estrena este jueves en Colombia.
Con el debut estelar del músico colombiano Juanes en la gran pantalla, la película cuenta con un elenco de lujo con el mexicano Alejandro Speitzer, el cubano Alberto Guerra y la colombiana Laura Osma, dirigidos por el también colombiano Andrés Baiz, que ya estuvo al frente de producciones como Narcos o Griselda.
Los desérticos paisajes propios del departamento de La Guajira, en el extremo norte del país, marcan el ritmo frenético de la película y condicionan los acontecimientos, con sus trochas desamparadas y el calor sofocante que acompaña a los protagonistas como un personaje más. Se trata de «un viaje sobre la pérdida de la inocencia, visceral y arriesgada», definió Baiz.
La historia gira alrededor de los tres hermanos Estrada: Moisés (Juanes), el mayor; Ulises (Alberto Guerra), el mediano, y Juan (Alejandro Speitzer), el más joven. Los tres son unos pimpineros a la vieja usanza que se dedican al contrabando de gasolina entre Venezuela y Colombia en el 2012 y viven en el desértico departamento colombiano de La Guajira hasta que rencillas con otros contrabandistas acaban en un dramático final.
Y aunque ellos son el eje central, Diana, la novia del hermano pequeño que es interpretada por Laura Osma, acaba tomando protagonismo.
Además del contrabando de gasolina, también se abordan otras problemáticas, como el tráfico de personas, con el objetivo para «poner una luz sobre la problemática que está pasando en la frontera», abordando «los límites éticos y morales», en palabras del director.
Baiz defiende que «hay que entender los contextos, uno no puede enjuiciar a alguien por lo que hace».