Juana Martín y el monopolio del negro. Juanjo Oliva presenta modelos inspirados en Balenciaga, Carmen March se inspira en la estética de la mujer «yuppie» de finales de los ochenta.
21 sep 2007 . Actualizado a las 21:46 h.Juana Martín y María Lafuente presentaron sus colecciones para la temporada primavera-verano 2008, en las que visten a una mujer muy sensual, atrevida y segura de sí misma, en un desfile conjunto en la última jornada de la Pasarela Cibeles.
Al desfile de la cordobesa Juana Martín no faltaron este año dos de sus incondicionales más famosas, la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y la alcaldesa de su ciudad natal, Rosa Aguilar, quienes pudieron admirar la colección de Martín, nuevamente inspirada en las creaciones de Balenciaga. Con el monopolio del incombustible color negro, que rompió con el amarillo como fetiche, la colección se nutrió de pedrerías y transparencias para dar forma a diseños de líneas depuradas y de gran austeridad. Microfibras y tejidos sintéticos y brillantes conforman vestidos muy cortos, mini shorts y pantalones pitillo muy ajustados marcando una silueta elegantemente sensual que, en algunos casos, se completaba con grandes lazos que se ataban al cuerpo de la modelo.
La asturiana María Lafuente, por su parte, presentó una colección bañada en blanco y marfil que acompañó con toques de fucsia, naranjas, amarillos y ocres, combinados con complementos y grandes bolsos en tonos dorados y bronces. Las gasas, sedas, linos, algodones y rasos fueron los tejidos protagonistas de una colección que llamó la atención por sus altísimos talles tanto en faldas como en pantalones. Los diseños se completaron con mangas abombadas o capeadas y estampados y serigrafiados que recurrían a la simetría y a la repetición, con espirales interminables inspiradas en el arte de Escher.
Juanjo Oliva y Carmen March
El madrileño Juanjo Oliva y la mallorquina Carmen March, dos jóvenes veteranos de Cibeles, volvieron a compartir pasarela en la última jornada del certamen de moda de Madrid, en un desfile doble donde contrastó la definida propuesta de March con la ausencia de concepto en la colección de Oliva.
En esta ocasión, Juanjo Oliva ha prescindido de línea argumental para su discurso estilístico, presentando una selección de prendas que no responden a mayor criterio que la apetencia del diseñador. Una anarquía creativa con la que, en cierto modo, el madrileño ha reinventado el concepto de colección mostrado en esta 46 edición de Pasarela Cibeles. Siluetas monocromáticas en limón, verde, margarita, blanco y negro dominan entre los reincidentes lazos -de todas las formas, usos y tamaños- y las rayas en blanco y negro, en una colección urbana, muy próxima a la calle y lo cotidiano.
Carmen March se inspira en la estética de la mujer «yuppie» de finales de los ochenta para su línea de primavera-verano 2008, con grandes hombros en chaquetas y vestidos, formas en ángulo recto -también en pendientes y pulseras-, y una importante presencia de los accesorios de gran utilidad. Cinturas altas y superposiciones para mostrar las «armas de mujer» que propone la mallorquina, que recurre a colores muy particulares en su creación actual, como los tonos piedra, hielo, grises y arenosos, además de la combinación de colores ácidos con el plata.
Alma Aguilar y José Miró
Los diseñadores Alma Aguilar y José Miró, que protagonizaron el segundo desfile compartido de la última jornada de la Pasarela Cibeles, coincidieron en vestir a la mujer para el día de la temporada primavera-verano 2008 con prendas cómodas y de colores claros, que resalten su feminidad y su elegancia.
Alma Aguilar inspiró su colección en las islas mediterráneas y la tiñó de blancos, crudos y colores pastel en tejidos vaporosos que daban forma a vestidos de aire ibicenco con capas superpuestas y grandes vuelos. La diseñadora madrileña quiso evocar a la mujer de finales del siglo XIX en el aire romántico y bohemio de sus diseños, mientras que José Miró apostó por un aire futurista para su colección «Mechanicalplayer».
El diseñador también buscó la comodidad en prendas que perfilan el cuerpo femenino para el día, dándole una gran importancia a las mangas y a través de grandes blusones y faldas muy pequeñas con frunces en la gamas de los ocres, grises y naranjas. En contraste, por la noche, la mujer de Miró se vuelve agresiva y viste con aire futurista, recurriendo a pantalones de pitillo hiper ajustados en rojos y negros de cuero o materiales plásticos.
El Delgado Buil y Luxoir
La vanguardista frescura de las propuestas de El Delgado Buil y Luxoir abrieron hoy la última jornada de Pasarela Cibeles, dedicada a los jóvenes creadores, con un desfile doble en el que presentaron sus coloristas colecciones para la primavera-verano 2008.
Ambas firmas de moda vuelven a compartir la pasarela en un desfile doble tras debutar el pasado mes de febrero, en la 45 edición de Cibeles, aportando juventud y un espíritu rupturista al certamen de moda español, tanto en hombre como en mujer.
Ana Figuera Delgado y Macarena Ramos Buil, conocidas como El Delgado Buil, recuperaron en «Dreamland», su nueva colección, las prendas sobredimensionadas, los flecos y los enormes estampados, una de las señas de identidad de su anterior línea -«My family goes to Oklahoma»-, con la que lograron el Premio L'Oreal al mejor diseñador novel de Cibeles.
De nuevo unos pretéritos Estados Unidos sirven de punto de partida a las dos creadoras, que recurrieron a la iconografía audiovisual de los años 50 y 60 para iniciar un desfile en el que se pudo comprobar su osada combinación cromática, con la intensidad del amarillo, el naranja y el azul eléctrico como colores principales.
Cremalleras, grandes botones y voladas gabardinas masculinas fabricadas con tejidos etéreos y pañuelos con claras referencias al «far west» americano definen la dirección que toman sus nuevas prendas.
«Mirage», colección de Antoine Navarro y Víctor Pa -el dúo Luxoir-, es el resultado de un estudio más individualizado de los recursos de la firma, aseguran sus creadores.
Sus trabajadas prendas encierran una novedosa combinación de lisos, plisados y fruncidos en una línea de vestir, algo menos informal que la de El Delgado Buil, hecha de ligeros volúmenes y tejidos como rasos matizados, sedas y viscosas naturales.
Colores pastel, el lurex y el nylon destacan en sus modelos, en los que sorprenden las formas redondeadas en las solapas masculinas y los escotes femeninos junto a sus ya definitorias ilustraciones, con las que dotan de personalidad unos estampados que aparecen de forma regularen toda la línea presentada.
Sus propuesta de hombre incluye un cierto gusto por la sastrería clásica, además de amplios y vaporosos pañuelos, leves fruncidos en las bermudas y guardapolvos, también vistos en la mujer.