El equipo coruñés visita al Castilla con la duda de Marchena y las bajas de cuatro titulares
05 abr 2014 . Actualizado a las 18:32 h.El Dépor llega descalabrado a Madrid. ¡Mira que ha sorteado piedras en el camino que está recorriendo hacia el ascenso! Hasta ahora había triunfado a una pretemporada de sobresaltos, los fichajes a última hora, la inestabilidad institucional, los impagos, la venta de Culio, nuevos futbolistas en enero, la dura sanción de Luisinho... Pues acaba de cerrar una semana de récord: con un empate decepcionante, lesiones y más molestias, la bofetada y la llamada urgente a un fabrilista para completar la convocatoria. Desde luego no parece el caldo de cultivo adecuado para disputar una nueva final, esta vez contra el bisoño Castilla, y abrir la cuenta atrás de las nueve últimas jornadas.
La guinda llegó en los últimos instantes del entrenamiento de ayer, cuando Marchena se retiró a la carrera a los vestuarios. Según reveló Fernando Vázquez, «le apareció una molestia fuerte en la parte alta de la pierna derecha y viajar, viaja, pero es duda razonable». Así, el partido de esta tarde se revela como todo un desafío, quizá entre los mayores que ha tenido que afrontar la plantilla y el cuerpo técnico esta temporada. A la alarmante falta de mimbres, que obligó a llamar de urgencia al central del Fabril Deak, se une el estrecho margen de que el equipo disfruta en la clasificación debido a su irregular trayectoria de las últimas jornadas. Mientras Riazor siga convertido en terreno vedado a los triunfos locales, los puntos en juego a domicilio, como el de esta tarde contra el Castilla, multiplican su importancia.
La referida duda de Marchena se une a las bajas seguras de Insua y Bergantiños, por lo que el primer aspecto a comprobar será la fiabilidad defensiva. La clave de la alineación radica en la presencia o no del central sevillano. Si juega, Luisinho actuaría como centrocampista, quizá de nuevo con Manuel Pablo a la espalda, Rabello de mediapunta y Sissoko, recuperado de sus molestias, en la derecha. Su ausencia, en cambio, dejaría patas arriba el once y obligaría al Dépor a una nueva pirueta, la de sostenerse en ascenso directo contra viento y marea.