El danés pasó completamente desapercibido en una medular que apenas olió el balón anoche
03 feb 2018 . Actualizado a las 16:47 h.El portero interminable se fue repartiendo abrazos. Paró poco, pero hizo un montón de amigos en su Erasmus Pantilimón. Abandonó el Deportivo el martes nada más concluir el entrenamiento de la mañana. Se subió al coche y luego a un avión para regresar a Inglaterra, donde le espera, seguro, un futuro mejor. Dejó un equipo a la deriva en el que alguien le había confundido con un meta válido para la máxima categoría del fútbol español. No lo fue, pero pese a lo aparatoso de sus medidas consiguió no estorbar; convertirse en un apreciado compañero y salir cuando su dorsal se hizo necesario para intentar un giro de timón. Un mes buscando mediocentro de corte defensivo y el cuarto portero acabó haciendo sitio a otro armador. Un futbolista similar a los Guilherme, Mosquera, Valverde con los que ya contaba Cristóbal cuando se abrió la puerta del mercado invernal.
Llegó Krohn-Dehli que se quedó el 14 por efecto dominó. El 25 lo heredó Koval, quinto meta en media temporada, todavía sin estrenar. Casi como el danés, quien a diferencia del ucraniano sí ha debutado ya. Lo hizo ayer en Anoeta, de donde retornó prácticamente inédito.
Pasó ochenta minutos sobre el césped sin apenas intervenir. Le faltó presencia en labores creativas y se vio desbordado en las de contención. Cristóbal desvistió el trivote, huérfano de Borges y falto de confianza en Valverde, y el dúo formado por Guilherme y Krohn-Dehli claudicó frente a Illarramendi, Zubeldia y Xabi Prieto. No se exigió siquiera la noche más inspirada del trío realista, que creció en el vacío dejado por la incomparecencia del rival.
Sin atrevimiento
Quienes más intervinieron en el duelo por parte visitante fueron los laterales. Luisinho, desasistido sin la pelota, tocó el cuero el doble de veces que Krohn-Dehli (67 por 34). Cuando el centrocampista entró en juego lo hizo casi siempre para no arriesgar. Solo en un par de ocasiones rompió líneas con sus pases, que Lucas esperaba rodeado por la zaga local. En la segunda, el punta obligó a Rulli a estirarse evitando el 2-1. La desconexión entre líneas fue obvia hasta la desesperación. Cristóbal, harto de ver cómo sus futbolistas se ocultaban tras las camisetas de los de casa acabó indultando a gritos a Çolak. Pero el enganche turco tampoco fue la solución.
Porque estuvo escaso de ideas y de referentes, y porque en cuanto el Deportivo encajó el segundo se dejó ir. De manera triste y poco profesional. En cuanto este equipo recibe dos, se acerca inevitablemente hacia el quinto o el séptimo, incapaz siquiera de descontar. Sea en el Bernabéu o en Anoeta, donde los de casa no ganaban desde el año pasado, cuando cayó el Sevilla en el último partido de Krohn-Dehli hasta que ayer saltó al campo a debutar.