El dúo mágico salva un partido gris

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

El rombo solo suma un punto en otro día triste del Dépor arreglado por la sociedad Quique-Carlos

01 abr 2019 . Actualizado a las 13:41 h.

Se esperaba un Deportivo alegre, pero las buenas noticias volvieron a lidiar con la preocupación. Si en el Nuevo Tartiere ofreció alguna de cal, el regreso de la dupla formada por Quique y Carlos Fernández que tantos puntos le ha dado y el decimocuarto gol del pichichi, también sufrió unas cuantas decepciones, como la endeblez por las bandas, los nervios de Duarte, la falta de respuesta de Vicente Gómez o los problemas para responder al desafío de una recta final de partido que se pasó encerrado en su área.

En un partido trascendental para reflotar la candidatura al ascenso directo, los coruñeses saltaron al campo después de conocer los marcadores de todos sus rivales directos: sabían que solo el Osasuna ganó entre sus predecesores, por lo que podían acercarse a un partido de la segunda plaza, y que los tres puntos del Cádiz contra el Reus lo habían acercado a su rebufo, a nada más que dos puntos. Pero el inicio del partido volvió a ser preocupante, con el Dépor incapaz de dar tres pases en campo rival y desbordado por la banda de David Simón, donde Berjón y Mossa percutieron hasta que hallaron el gol.

Cierto es que este llegó tras una cadena de pifias de los que nunca fallan (Duarte y Giménez), pero como el fútbol se vuelve así de caprichoso, su error vino a poner la venda en la herida de aquellos a los que Natxo González había reclamado un paso adelante en su rendimiento individual. Sin citarlos en ningún caso, el entrenador seguro que se acordaba del buen arranque de temporada de Vicente Gómez, cuyo buen fútbol no ha vuelto a aparecer, del desequilibrio de su compañero David Simón, con más problemas de los esperados en defensa, o del esperado liderazgo de Cartabia, al que se le pasa la temporada sin dar el definitivo paso adelante. Por citar únicamente a los que ayer dio entrada en un partido vital para acercarse a la cabeza de la tabla.

A falta de rendimientos individuales que destacar una vez más, el Dépor recuperó el rombo como punto de apoyo para su indiscutible pareja de atacantes. El regreso de Carlos Fernández alimentó la mejor versión de un Quique voraz, al que el Oviedo solo pudo frenar en falta con la permisividad arbitral. El regreso del sevillano dejó para las videotecas de la temporada un milimétrico pase digno de la mesa de billar en el 1-1 del cazagoles deportivista. El pucelano, al que ya solo queda un gol para alcanzar a Enric Gallego en el Pichichi, volvió a olfatear el área como solía y a jugar con el cuchillo entre los dientes, feliz del reencuentro con su mejor socio.

La marcha de un agotado Carlos a los 76 minutos le dio oportunidad a Cartabia o a Borja Valle de insuflar frescura atacante y reclamar su sitio. El argentino quiso, pero no supo surfear la ola final del Oviedo, mientras su compañero salió poco antes de que el Deportivo perdiese el balón. El punto sabe a poco y no soluciona para nada el mar de dudas de este Dépor en el que el dúo mágico resiembra la esperanza, pero aún no obra milagros.