Anquela: Confianza o destitución

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

30 sep 2019 . Actualizado a las 19:56 h.

La gran ventaja que tiene la Segunda es que hay más tiempo para corregir errores. Un mal inicio no tiene por qué condenarte sí o sí. Siempre queda la posibilidad de una reacción que permita a un equipo meterse en play-off y de ahí al ascenso. Ejemplos hay muchos.

El Dépor tiene tiempo por delante. Sí. Pero siempre que cambie algo. No puede vivir en una indefinición permanente. El mensaje al vestuario debe ser claro y público. ¿Confían el consejo de administración y la dirección deportiva en Anquela? Es sencillo. Si lo hacen, es el momento de salir públicamente a decirlo. El entrenador necesita verse respaldado por sus superiores. Saber que, salvo hecatombe, va a seguir en el cargo. Que en Gerona no va a vivir una final. Que es él quien manda en el vestuario. Que tiene total libertad para hacer lo que quiera y con quién quiera. Que nadie cuestionará sus decisiones, porque tiene plena autoridad. Y que si quiere tirar a la basura el dichoso pinganillo nadie se lo va a prohibir. Carácter no le falta. Experiencia tampoco. Pero quizá está necesitado de respaldo.

Lo tiene que saber la plantilla. Y la afición. Riazor se hizo oír. La pobre imagen ofrecida por el Dépor frente al Mirandés no puede mantenerse. Porque no es nueva. Se ha visto más veces. Y eso solo se consigue con claridad. Y, si después de solo 8 jornadas ya no se confía en el entrenador, para qué perder más tiempo. Ni él se merece ese sufrimiento innecesario, ni la afición vivir en la ignorancia.