El Deportivo, que encadena tres jornadas sin marcar, se esfuerza por mejorar la precisión de sus centros y acciones de estrategia incluyendo en sus entrenamientos un gran cubo a modo de cesta
06 dic 2019 . Actualizado a las 20:32 h.Ya es casualidad que el Deportivo practique los centros y las acciones de estrategia, y que Carlos Padín, exdeportivista y auténtico especialista en el balón parado, se pare a mirar el entrenamiento desde la valla mientras acude a ver el partido en el que juega su hijo Hugo, prometedor juvenil blanquiazul. Desde el influjo del mago de Catoira, que a los 45 años se resiste a colgar las botas en el equipo de su localidad, y sobre todo por los esfuerzos de los futbolistas entrenados por Luis César, el Dépor aspira a cerrar el domingo (16.00 horas, #Vamos) contra el Zaragoza la racha de tres partidos sin marcar y sellar la esperadísima segunda victoria de la temporada.
Como protagonistas de la peor temporada de la historia del club, los deportivistas se están afanando por mejorar aquello que ahora mismo les lastra. Contenida la hemorragia defensiva durante los dos últimos partidos, en que no han encajado gol alguno tras los inadmisibles 29 en contra de las 16 primeras jornadas, la plantilla no ha dudado en echar mano de la imaginación y de toda la ayuda que pueda para dejar de ser la última clasificada de la categoría. El foco está en optimizar los esfuerzos colectivos en ataque y el balón parado.
Hay base sobre la que trabajar. Desde la llegada de Luis César, el Dépor ha lanzado más veces desde el vértice que el rival en seis de sus ocho encuentros. Claro que el Málaga fraguó su triunfo en A Coruña en un córner, pero también resultó significativo el último partido en Riazor, cuando el equipo blanquiazul dejó al Alcorcón sin lanzamientos desde el vértice. Eso sí, ninguno de los cinco córneres que los locales sacaron generaron peligro. Su último gol en estos lances data de septiembre, cuando Mollejo marcó de cabeza el primer gol blanquiazul frente al Numancia.
Pero algo ha vuelto a latir en el balón parado coruñés. Hay que acordarse de aquel cabezazo postrero en el segundo palo de Santos que Beto a la media vuelta casi transforma en el 2-1 contra el Extremadura. Casi. La última ocasión fue en el reciente derbi, cuando Mollejo, de cabeza en el primer palo, obligó a Cantero a salvar al Lugo por medio de un paradón tras un balón parado botado por Aketxe.
Iniciativa de Santos
Con la imperiosa necesidad de que estos brotes verdes redunden ya en la segunda victoria del curso, el vestuario del Dépor se ha puesto manos a la obra. Con la ayuda de sus compañeros, a Christian Santos se le ocurrió montar un gran cajón móvil de la forma geométrica de un cubo con el que los jugadores de banda pueden afinar sus centros. La estructura de este llamativo artilugio, de unos dos metros de lado y abierto por arriba y por abajo, está formada por unos tubos encajados unos con otros y unas cintas que lo sujetan de esquina a esquina. Por los lados está cerrado con una red. Es tan ligero que se puede arrastrar por el césped y llevaba algunas semanas montado en uno de los campos donde habitualmente se entrena el primer equipo.
El delantero venezolano, de baja en el partido del domingo porque está lesionado, ya lo había utilizado para entrenarse antes de su estancia en A Coruña y ahora sus compañeros lo han utilizado para afinar la precisión en los golpeos durante las sesiones de esta semana.
En la del jueves, Luis Ruiz, Mujaid, Gaku, Aketxe y hasta Bergantiños se afanaron por centrar con destino al área, pero allí no les esperaba al remate ninguno de sus compañeros, sino el solitario cajón donde debían encestar la pelota. De nuevo ayer, aunque esta vez sin la ayuda de cajón alguno, el Deportivo se afanó por practicar sus envíos en una intensa sesión táctica en la que a las órdenes de Luis César atacantes y centrocampistas practicaron el remate. Ahora queda plasmarlo en el partido.