Un puñado de detalles esparcidos por la breve prórroga completan el relato del fenomenal tanto del Deportivo en Santo Domingo
10 feb 2020 . Actualizado a las 00:20 h.«En una falta, Gaku la abre a Keko, él pone un buen centro y yo estoy ahí para rematar. Por suerte, ha sido gol». También puede contarse así. Al estilo Koné. Limpiar de épica y adornos el último instante de otro día en la oficina blanquiazul. Una victoria más dentro de una serie de siete. Todas por el margen mínimo. Todas con tres puntos de botín. Sellada de cabeza, como tantas. A balón parado, ya se sabe. En la acción que cerraba el choque, igual que aquella con la que abrió la racha Peru Nolaskoain. O hacer la canción.
Y decir que el Alcorcón golpeó primero, pero el Dépor golpeó mejor. Reparar en que si la prórroga concluyó en un envío al área tras infracción en la medular, una situación idéntica había abierto el tiempo de prolongación. Hasta una feliz coincidencia aviva el relato, permitiendo que entre la apertura y el desenlace solo medie un cambio de sentido y de consonante. Dani Giménez recuperó la pelota en un fondo de Santo Domingo. Dani Jiménez la recogió de la red. El único protagonista inalterable en esta larga crónica de dos minutos es el parco narrador del principio: Mamadou Koné.
El marfileño aparece enseguida por primera vez. Justo cuando la megafonía comparte que el encuentro se estirará apenas 120 segundos, el punta blanquiazul traba a Perea y sirve al adversario una bola quieta junto a la línea de división. Se prepara Mula para centrar, pero entonces interviene Samuel Sosa y reclama a su compañero que ceda el turno. No será la última vez que un cambio imprevisto altere la narración. El venezolano opta por colgar directo hacia la frontal, donde el cuero vuelve a encontrarse con Perea, quien lo cabecea lejos de portería. El resultado habitual para una falta botada a mucha distancia y sin fe.
Balón para el Deportivo, que no lo volvería a perder. El Dani con G lo coloca para que Montero lo devuelva de un zurdazo a terreno neutral. Allí hay pelea. Boateng por los de casa. Por los de fuera, claro, Koné.
Se impone el foráneo en el salto, y jugando ya a ras de césped recibe un levísimo empujón del rival. Una caricia apenas, de la que Vicandi Garrido, a medio metro de distancia, saca material para un desenlace espectacular. Balón parado en el círculo central. Embotellamiento de espectadores en la medialuna del área alfarera. Corre Gaku a ejecutar.
La cámara, obvio, busca al héroe, que disimula como si fuera uno más en el tropel. Pero un gesto le delata. Se dirige al japonés que prepara el golpeo y le señala varias veces al compañero situado a su derecha, como por casualidad. La presencia de Keko lejos de zona de remate, junto a Mujaid y Luis Ruiz, no tiene sin embargo nada de fortuita. Hacia él apunta con su aspaviento Koné. Aún hay en la acción otro momento clave: Boateng, que volvía a estar emparejado con el marfileño, elige defender en zona y deja en manos de su compañero Mula la marca individual.
Ya sí, cada personaje en su sitio. Gaku puede darle al play. Pelota a la derecha (instrucción recibida), Keko se perfila, Stoichkov llega tarde a tapar. Bola que vuela con el efecto apropiado, que supera a Boateng, anclado en su metro de césped, que se dirige a zona de impacto; hacia allá va también Koné. Atrás queda Mula, impotente. Y el marfileño se lanza en plancha, y las trayectorias se cruzan, y la cabeza desvía el balón. Dani con J se estira. Lo ve pasar a su lado. Se forma la montonera. Fernando Vázquez corre (un poco) la banda. El Dépor vence otra vez.