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Salva Ruiz: «Cuando me diagnosticaron solo preguntaba si me iba a curar»

TORRE DE MARATHÓN

El lateral afronta con filosofía este parón tras el poso que le dio estar casi dos años sin competir por una aplasia medular

10 abr 2020 . Actualizado a las 11:12 h.

Se ha comprado un puzle de 1.500 piezas para entretenerse con su pareja. Más madera para sumar a la santísima trinidad compuesta por Netflix, la videoconsola y la lectura —tiene a medias Loba Negra de Juan Gómez-Jurado—. Salva Ruiz se congratula de haber elegido Mera para vivir cuando llegó a Galicia. Sus dos perros fueron claves para elegir una casa con jardín que ahora le permite esprintar y hacer ejercicios de carrera en pleno parón. Dice llevarlo «bien». Un trance más en la carrera de un jugador que estuvo más de un año y medio sin jugar cuando era canterano del Valencia por una aplasia medular, una enfermedad que afecta a las células encargadas de la producción de la sangre en la médula ósea.

—El 26 de abril cumplirá 44 días sin entrenar, pero después de aquellos casi dos años de baja esto parece algo menor.

—Por desgracia, hace casi cuatro años tuve una aplasia medular. Estuve prácticamente seis meses sin siquiera salir a trotar. Y luego casi un año sin jugar ningún partido.

—¿El poso de aquello le ayuda a llevar esto algo mejor?

—Todo lo que he pasado y cada pasito que tuve que ir dando han hecho que ahora estar dos meses parado no me parezca mucho comparado con aquello. Está claro que a uno no le gusta estar parado, pero al final las lesiones en el fútbol con algo común y, en este caso, aunque no fuera propiamente una lesión, algunos hemos tenido peor suerte y estamos más acostumbrados a los parones. Aunque este sea diferente.

—¿Cómo se lo descubrieron?

—Yo tenía síntomas, pero que no supe relacionar con esa enfermedad ni con ninguna otra. Unas pequeñas manchas en la piel, sangrado de encías… Tenía programada una analítica para un par de semanas después de que todo empezase porque también había estado enfermo un par de semanas seguidas sin saber por qué. Me dijeron lo que era y yo no tenía ni idea. Lo bueno fue que, nada más confirmármelo, me dijeron que la mayoría de casos se curaban, que tenía solución y que no era algo maligno.

—Los médicos no suelen ser amigos de hacer pronósticos.

—Suelen guardarse cosas. Tienes que sacárselo tú más que contártelo ellos. Es normal, ellos no se quieren mojar mucho. Es lo lógico.

—¿Cómo reaccionó ante el diagnóstico?

—Te asustas. Yo no tenía ni idea de lo que era. Al principio solo preguntaba si me iba a curar. Luego si volvería a hacer deporte o si tendría que estar con medicación y yendo al hospital repetidamente y con muchas otras preguntas en la cabeza. Pero rápidamente me explicaron en qué consistía.

—¿Tuvo dudas sobre si eso le situaba entre las personas de riesgo en esta crisis?

—Me hago controles cada dos o tres meses. Hace poco más de un mes me han quitado la medicación que llevaba tomando desde que empecé con el tratamiento. En el último control ya tenía los niveles de una persona normal a excepción de las plaquetas, que en vez de 120 estaban en 100. Pero es que he llegado a tener 6.000 plaquetas. La hemoglobina y todo el resto estaban a valores normales y en principio no tendría por qué estar en el grupo de riesgo.

—¿En qué consistía el tratamiento?

—Al principio, me suministraban la medicina por gotero en el hospital para que llegase antes a la sangre. Luego ya pasé a tomar varias pastillas, sobre todo las que me quitaron hace un mes, que era las que llevaban a cabo el tratamiento. Son buenas noticias. Estoy contento, porque han sido tres o cuatro años con el tratamiento, y de revisión en revisión. Aún tengo que seguir yendo, pero cada vez son menos frecuentes. Estoy muy contento.

—Superado aquello, ¿ha pasado miedo durante esta crisis?

—Hombre, sí. Pero sobre todo al principio, cuando la curva empezaba a ir hacia arriba. Creo que había demasiada desinformación y un exceso de nerviosismo.

—¿Qué siente cuando ve las noticias?

—Intento no meterme mucho en política. No me gusta leer demasiado de eso en la prensa, aunque sí me intereso por las noticias. Intento informarme más que valorar.

—La gente se esquiva por la calle, ¿cree que cambiaremos?

—Yo creo que al principio sí. Al menos hasta que haya una vacuna y sintamos que estamos seguros otra vez. Creo que esto va a durar un tiempo.

—Con lo cortas que son las carreras de los futbolistas, ¿siente angustia por este parón?

—Fastidia porque, como he dicho, tuve un parón de casi dos años. Casi dos años de mi carrera que no pude aprovechar y ahora otra vez tres o cuatro meses o los que al final sean. Fastidia, claro, pero no se puede hacer nada y lo primero que tenemos que tener en cuenta es la salud. A trabajar, que algún día seguro que volveremos a jugar.

—Desde que se fue Filipe, el Deportivo no encuentra estabilidad en su posición, ¿llegará con usted?

—¿Por qué no? Si firmé tres años aquí es porque quiero estar aquí. El tiempo que llevo estoy muy a gusto a pesar de las lesiones que he tenido. Me he encontrado con confianza y con el apoyo del club y de la gente.

—Su llegada fue polémica porque implicó la salida de Caballo.

—Sé que, cuando estaban las negociaciones, había dos laterales izquierdos y se ve que, al llegar yo, uno de los dos tenía que salir. Como Luis acababa de llegar, se decidieron por Caballo, al que además conozco de la selección y creo que es un buen jugador y una muy buena persona.

—¿Llegó a hablar con él?

—Cuando yo llegué, él estaba despidiéndose. Estaba fastidiado por la salida en el penúltimo día, pero contento por empezar una nueva etapa.