Dos de Alberto Quiles, tres de Ian Mackay

TORRE DE MARATHÓN

angel manso

Muy superior en las áreas, el Dépor resistió primero abrazado a su formidable meta para golpear después en 25 minutos que meten miedo a cualquier rival

05 jun 2022 . Actualizado a las 00:44 h.

¿Qué habría pasado si aquel remate de Etxaniz no hubiera encontrado el guante de Mackay camino a la red? Si ese arranque en frío que permitió al Linares sembrar el área de balones de gol hubiera dado fruto pese a la resistencia del meta coruñés.

¿Qué más da?

La vida real del Deportivo incluye un portero contratado por alguien que ha permanecido atento a la historia reciente del conjunto blanquiazul. Una época en la que no solo se han liquidado a ritmo de vértigo entrenadores y directivas. También han desfilado multitud de futbolistas bajo palos, sospechosos inquilinos de una plaza de la que no se puede dudar. Si el primer rival en el camino a Segunda salió de Riazor con un saco es porque no fue capaz de ver puerta antes de ponerse a encajar. Le negó la ventaja un emigrante retornado que acerca su deporte a la tradición popular. La de hacer peto fuera y volver a casa para fardar.

Ian Mackay se largó de chaval y debutó a los 35, hecho un hombre de metro ochenta y exhibiendo el título honorífico de mejor cancerbero en la categoría a la que quiere devolver a su club. Antes de que el resto entrara en faena, él ya se había hartado de bendiciones desde Marathon. Al amparo del fenomenal bullicio intervino para frenar a un delantero con el que comparte condición de itinerante. Once equipos ha recorrido Etxaniz, especialista en descolgar balones y buscarlos después en área ajena. Dos cazó en la del Dépor antes de consumirse el primer cuarto de hora. En una, le ganó el sitio a Antoñito; en otra, se adelantó a los centrales. Ambas murieron sin ser gol.

Todos los del partido llegarían mucho más tarde, siempre con Razak para recibirlos en su red. El primero y el último compartirían autor, como apertura y cierre de un compendio de 25 minutos de todo lo bueno que podría suceder en la final.

Para empezar, que el trío arbitral perciba penalti cuando se dé. El que vigiló este cruce escatimó uno a Diego Villares antes de ver a Fran Lara frenar con un brazo estirado el chut desde la frontal. Se cumplía el 46. Ahí arranca la cuenta; por el disparo de Alberto Quiles, raso y pegado al palo, arrebatando a Miku la condición de lanzador —el venezolano había anotado el señalado en Valladolid—. Golpe del anfitrión como preludio a un cambio de libreto que el descanso permitió asumir.

Del vestuario salió Mario Soriano. Recurso en la reserva de un Borja Jiménez acostumbrado a recitar sus virtudes en sala de prensa. Le harán falta nuevas palabras que describan ese espectacular baile con el que el portador del 8 amplió la cuenta local. De la recepción del cuero filtrado por Juergen Elitim hasta la culminación del mano a mano; por medio, suave caricia con los tacos a la parte alta de la bola y quiebro al último defensa de los tres que le salieron a estorbar.

Para obtener el gol de la temporada ha sido necesario prorrogarla un partido más. Para completar la lista de candidatos a diana del curso es preciso añadir el nombre del capitán. No siempre está el Barcelona para recibir de Álex Bergantiños, que le encajó su volea al Linares, probando que retiene el golpeo de Primera y las ganas de volver.

Antes del segundo había asomado Héctor Hernández, despejando sobre la línea la pelota del empate. Antes del tercero, reapareció Mackay. Como en los momentos más dulces de la campaña, se vende caro el marco blanquiazul. El cuarto cayó enseguida. Minuto 69. Soriano ilumina, Quiles ve la luz. Es posible que para hacer más sólida la comunión, al año del retorno le hiciera falta este play off.