Riazor, de la euforia al llanto en un nuevo fiasco blanquiazul

Iván Antelo REDACCIÓN / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

ANGEL MANSO

La afición del Deportivo volvió a dar ejemplo, alentó al equipo hasta el final, y acabó desconsolada

11 jun 2022 . Actualizado a las 23:44 h.

Primero fue el silencio propio de la incredulidad. Luego se pasó al llanto de la impotencia. Como cuando te arrebatan lo que más quieres. Como cuando recibes el enésimo palo que te da la vida y no entiendes muy bien qué has hecho mal para merecer tanto sufrimiento. Así reaccionó la parte blanquiazul de Riazor. La mayoritaria. Los jugadores no sabían ni qué hacer. Algunos como Miku se agacharon. La mayoría se quedó de pie. Sin moverse. Paralizados. Sin saber muy bien qué hacer, mientras los jugadores manchegos pasaban como aviones a su lado para ir a celebrarlo con su hinchada. Fueron minutos eternos, mientras la afición blanquiazul contemplaba la escena, sin saber tampoco muy bien lo que se supone debía hacer. Aguantar el chaparrón y observar la escena callados. No había otra.

Pasaron cinco eternos minutos y la escena no variaba mucho. No había fuerzas ni para coger la puerta e irse. Los jugadores se reagruparon cerca del área en la que se esfumó su último ataque. Ni se miraban los unos a los otros, mientras Rubén de la Barrera fue a consolarlos uno a uno. La mano a los más desconocidos, abrazos a los que fueron sus chicos. No se acercó con su gente hasta que finalizó el recorrido.

En la grada, tímidos intentos por animarse, Ya había lloros y no demasiadas ganas de recordar con cánticos lo que son, una afición de Primera. Pasado un cuarto de hora comenzó la desbandada generalizada, mientras los vítores de la afición manchega, recordando e insultando a Luis Rubiales (presidente de la federación), poblaban su celebración.

No había ganas para mucho más. Retirada pacífica camino a casa, pensando que a este campeón de Liga, semifinalista de Champions, se le volverá a quedar pequeña la maldita Primera RFEF otro año más. Metros, kilómetros según los casos, para reflexionar. Para soñar con un futuro mejor en el que el equipo se ponga al fin a la altura de su afición. Algo que hace tiempo que no sucede.