Su tanto frente al Algeciras es el único de uno de los referentes en punta del Dépor esta campaña, respondiendo a la insistencia de Óscar Cano tras tres citas sin marcar
07 nov 2022 . Actualizado a las 10:12 h.Por mucho que el videojuego evolucione, hay detalles que lo alejan de la realidad. Imperfecciones que permiten desafiar con el mando verdades tan irrefutables como que no hay manera de seguir camino atravesando un rival. No faltan, sin embargo futbolistas que a veces lo intentan también sobre el césped, como quien trata de caminar por la pared. La física vuelve entonces a demostrar que el cuerpo resulta impenetrable, y el balón cambia de dueño, pasando a ser propiedad del defensor. Por Riazor han circulado unos cuantos jugadores convencidos de poder ser la excepción. Después de un Djalminha o un Valerón, con recursos de dibujo animado, bien podría ser A Coruña el lugar donde se viera la primera incursión propia de la realidad virtual. No hace tanto desde que Florin Andone quiso ser pionero y aún hace menos desde que Max Svensson probó por última vez.
El hijo del portero tiene una potencia descomunal que le da ventaja en la arrancada y hace que su golpeo sea especialmente violento, pero no le alcanza para salvar en línea recta esos embudos tan frecuentes en los partidos del Deportivo. Lo intentó contra el Linares, el Castilla y el Sanse, pero llegó al Nuevo Mirador sin estrenar. Para su suerte y la del conjunto blanquiazul, el Algeciras no se acantonó y el delantero visitante encontró por fin espacios vacíos hacia los que correr.
A los diez minutos, la presión combinada de Roberto Olabe y Alberto Quiles permitió recuperar en campo contrario y el delantero andaluz metió un balón en ventaja para Svensson, que partió un par de metros por delante de Ferni. Sin embargo, el extremo recuperó terreno y llegó al área emparejado con el ariete visitante para acabar despejando a saque de esquina.
Al cuarto de hora, tuvo la segunda ocasión. No necesitó más. Entre Diego Villares, Adrián Lapeña y Rubén Díez salvaron la primera línea rojiblanca y el cuero le llegó a Antoñito en su carril. El lateral avanzó unos metros y envió la pelota al campo despejado entre Juan Flere y Jordi Figueras. El portero reculó y el central trató de achicar. Pero llevaba ya mucho terreno perdido con Svensson, a quien esta vez nadie dio caza antes de llegar a la altura del área pequeña y soltar un derechazo que le ayudó a salvar la desventaja de su posición escorada para colocar la bola en la red.
Primer tanto para el Dépor, primero también para su autor esta temporada, y primero además de uno de los cuatro jugadores que han ocupado la punta del ataque coruñés. La cuenta tiene el truco de que Quiles ya marcó —dos goles que han valido seis puntos—, pero lo hizo alistado como extremo, plaza de la que no se ha movido desde que Óscar Cano relevó a Borja Jiménez.
El nuevo entrenador ha optado por no variar, manteniendo su apuesta por un futbolista casi inédito con su predecesor. Un delantero llegado el último día del mercado de fichajes tras frustrarse definitivamente la opción de Lucas Pérez y después de que la decisión de incorporar a un veterano para la zaga —acabó siendo Pablo Martínez— solo dejara libre fichas sub-23. Una la ocupó Yeremay y la otra fue para Svensson, tercera incorporación para la plaza tras Gorka Santamaría y Kuki Zalazar.
Al ex del Badajoz le dio Borja dos encuentros desde el inicio, al ex de la Ponfe le correspondió ser titular en otro par. Quiles actuó como referencia en el resto, alejándose del puesto en el que el propio técnico abulense le había sacado más jugo el curso anterior. Ninguno consiguió anotar y el Dépor lo pagó con marcadores cortos, traducidos en tres empates y una derrota antes del relevo en el banquillo. Cano pudo elegir a un viejo conocido como Gorka, autor de 15 goles en la 21-22, pero en lugar de eso, innovó. Sorprendió a Svensson incluyéndolo en el once y mantuvo la apuesta mientras el chaval aprendía que los espacios no ocupados son los mejores para avanzar.