Sería muy fácil describir este partido con la manida reflexión final de un tiempo para cada equipo. Claro que el Deportivo volvió a los vestuarios con un claro 0-2, pero, cuidado, porque también hubo un buen disparo de Kuki que se marchó cerca del poste, otro de Saverio, y otro más de Soriano que paró el portero. Pudo aumentar la ventaja, pero en defensa Mackay fue el más acertado junto a Svensson, que despejó en la línea un gol cantado. El primer tiempo resultó parejo, pero quizá estuvo un poco mejor el Dépor. Sin embargo, un cambio táctico, trabajo de banquillo al descanso, varió el signo del partido, y ahí el equipo coruñés no supo reaccionar. El Linares salió con más jugadores en ataque, dejó solo tres defensas, y dominó toda la parcela de mediocampo. Acortó distancias con un centro del central que Fermín conectó a la red. Y con el 1-2 las piernas del Dépor comenzaron a temblar. Aquí viene el otro componente del fútbol: la intensidad defensiva, no perder duelos con el rival, y ahí es donde los coruñeses llevan fallando toda la liga. El Linares marcó tres, pero es que Mackay, con otras tres paradas importantes, evitó un daño mayor.
El Deportivo acumuló ocasiones en la recta final del partido, pero sería de ingenuos pensar que ahí podía haber arreglado algo. Tuvo más peso el dominio total del Linares, que su efectividad de la primera parte. La derrota deja muy marcado al equipo y al banquillo por los goles que no supo contener. Un 0-2 a favor fuera y al descanso hay que trabajarlo de otra manera. El gran problema es que la imagen que toda la temporada a domicilio también ha sido esta de Linares: un equipo que puede, pero no le llega. Es decir, capacitado para marcar en cualquier campo, pero al que siempre le falta algo para sostenerlo. Ojalá le sonrían los resultados en el próximo play off, pero cuesta confiar en este Deportivo para los partidos decisivos de la temporada.