Estamos acostumbrados a darle mucho valor a los tres puntos que conllevan ganar un partido, y no es para menos, se trabaja mejor y con más tranquilidad cuando vienes de sumar de tres en tres. Algo diferente pasó el domingo en el Toralín. La marea blanquiazul tiñó el Bierzo el fin de semana. Algunos aprovecharon para ver el Fabril en Ourense, otros directamente apostaron por la gastronomía de la quinta provincia gallega.
Resulta curioso no acordarse de un partido del Dépor este año sin algún tipo de incidencia, lesiones, decisiones, arbitrajes o fallos individuales muy grandes. Siempre pasa algo, y es que la condena que persigue a este equipo es la perpetua. Un cuarto año en la categoría C del fútbol nacional sigue atragantándose a nuestro club, y ya se ha probado de todo.
A pesar de ello, ahí estamos, de amarillo en Ponferrada con la ilusión de ganar. El colegiado, horroroso, quiso ser el protagonista de la película. Una expulsión antes del primer cuarto de hora y un gol en fuera de juego era una ventaja suficiente para que la Ponferradina se llevase el partido y durmiese líder. Pero Lucas tiró de guante y Pablo Vázquez lo aprovechó.
Cuando teníamos la sensación de que se podía dar la vuelta al partido, se vuelve a regalar un mano a mano, menos mal que esta vez no acabó en gol. Buenos minutos de Retuerta, con el que no se contaba, y un sorprendente cambio de Lucas, cuando es uno de los jugadores que puede sacar un gol de la nada, cerraban un encuentro en el que tuvimos que agarrarnos al campo como en el Mundial de rugbi lo hizo Sudáfrica para eliminar al anfitrión.
Bajo mi punto de vista, es un empate importantísimo que puede valer oro al final de la temporada. Ojalá sea el punto de inflexión que necesita el equipo para creerse capaz de alcanzar los puestos de play off cuanto antes. Insisto en seguir apostando por el proyecto, cada día más presente la cantera en el primer equipo, chapó para Idiáquez en un momento delicado; oportunidad para Ochoa, pero el árbitro no quiso que el chaval tuviese protagonismo.
Posdata: Opinar de los árbitros no lleva a nada, son un órgano muy sólido, muy corporativo, no admiten las críticas del aficionado y cuando lo hacen las comparan con errores de los futbolistas en el juego. Bendito VAR.