El salto del betanceiro recuerda a cuando el catalán promocionó desde el Fabril en el 2017 por evitar el descenso en Primera
11 nov 2024 . Actualizado a las 18:08 h.La historia que Óscar Gilsanz protagonizará en el banquillo de Riazor la escribirá él mismo. No hay camino marcado para un técnico curtido en el fútbol gallego, triunfador desde las categorías de base y que afronta su primera experiencia en la élite. Su promoción al cargo de nuevo entrenador del Deportivo encuentra un cercano precedente en el impulso que se le dio a Cristóbal Parralo. Este, en el 2017, también había avanzado desde el filial a la dirección de un primer equipo blanquiazul en apuros y que no levantaría cabeza para acabar descendiendo aquella misma temporada a Segunda División. El técnico catalán había dado el salto a Primera, donde ya había jugado como futbolista, desde la autoría de un Fabril que entonces lideraba la Segunda B.
La fórmula de aquel salto no pasó por una primera etapa de interinidad, como sí ha ocurrido con Gilsanz en esta ocasión. A finales del mes de octubre de hace siete años, un Fabril con piezas de postín como Edu Expósito, Fornos, Uxío, Pinchi, Luis Fernández y Bicho avanzaba lanzado al cabo de ocho victorias en las diez primeras jornadas. Todo lo contrario que el Deportivo, con un saco de goles encajados (22 en nueve jornadas, nada menos que 12 como local) y víctima de una exasperante fragilidad en Riazor, donde solo había sido capaz de sumar seis de quince puntos. Eso sí, cuando el entonces presidente Tino Fernández decidió el cambio de técnico, el cuadro coruñés todavía seguía fuera de las tres últimas posiciones, pero en franca dinámica descendente bajo el mando de Pepe Mel, que había conquistado la permanencia el curso anterior.
La situación se volvió insostenible tras una nueva derrota en casa contra el Girona y, pese a que había compromiso de Copa solo unos días después, el entrenador madrileño fue despedido sin miramientos para que lo reemplazase de urgencia Cristóbal. Este apenas dispuso de dos únicos entrenamientos previos a que el Dépor se estrenase frente al Las Palmas. En el estadio coruñés los locales no levantaron cabeza y se despidieron del torneo del k. o. tras un sonrojante 1-4.
La revancha llegó solo unos días después. En el debut liguero con Cristóbal al mando, de nuevo contra el mismo adversario, pero esta vez en Gran Canaria, los deportivistas se impusieron por 1-3, gracias a dos goles de Borges y uno de penalti de Lucas Pérez.
¿La historia se repite en el Deportivo? En esta ocasión, Idiakez dejó el banquillo con el equipo blanquiazul en posiciones de descenso y a dos puntos de la zona de permanencia. Pero, al igual que entonces, después de un paupérrimo balance en casa, donde el equipo solo ha sido capaz de festejar un único triunfo.
Goleada en Cartagena
Además, Gilsanz también debutó en Liga de la mano de una incontestable victoria a domicilio, pues el Dépor saltará mañana al campo con el respaldo de la goleada que viene de infligir al Cartagena (1-5). En su caso, le ha valido para superar la condición de técnico interino y que el club lo confirme en el cargo hasta final de temporada, mientras redobla su preferencia por promocionar a los profesionales de la casa, sean jugadores o técnicos.
Así llega al partido del lunes contra el Eibar (20.30 horas, LaLiga TV Hypermotion), frente al que espera confirmar su avance en cuanto a rendimiento. El primer objetivo pasa, como en aquella ocasión, por asegurar la permanencia en la carrera de 29 jornadas que el entrenador de Betanzos y sus jugadores tienen por delante en Segunda División. En aquella campaña que sirve de precedente a la actual, Cristóbal se vio obligado a hacer las maletas en el mes de febrero, al cabo de trece partidos al frente del equipo y ya con los blanquiazules hundidos en las tres últimas posiciones de la clasificación. Llegó entonces Clarence Seedorf, que no pudo evitar el desastre del descenso a la categoría de plata.
Ahora Óscar Gilsanz afronta la primera página en blanco para comenzar a escribir su propia historia en el Deportivo.