El último debutante como goleador del Liceo se ha emancipado, cuida al máximo su descanso y pacta con un profesional todo lo relativo a su salud
20 nov 2024 . Actualizado a las 22:11 h.Hijo y ahijado de grandes jugadores de hockey sobre patines [Juan Copa es su padre y Pablo Cancela, su padrino], Jacobo (15 de febrero del 2006) estaba predestinado a calzarse unos patines y portar un stick en la mano. No obstante, sus inicios los hizo con un balón de futbito, pero pronto se decantó por el deporte que lo ha hecho campeón del mundo sub-19 y en el que el pasado domingo logró su primer gol como profesional con el Liceo, con solo 18 años. Este jueves volverá a la cancha en el partido de Champions que disputará el Liceo en casa del Trissino (20.45 horas).Detrás, muchas horas de dedicación y un trabajo invisible que lleva practicando desde hace unos años y que ha dado su fruto.
«Un poco por casualidad conocí a un profesional de la salud que trabaja conmigo una serie de aspectos que entiendo que me están ayudando mucho», explica el de Monte Alto, mientras hace referencia a sus hábitos alimenticios y a sus horas de descanso: «Es algo fundamental en mi preparación. Esta persona me ha dado una serie de consejos que trato de cumplir. No es algo a rajatabla, pero sí que procuro llevarlos a cabo». Entre esas cuestiones está la de retirar de su dieta la lactosa o limitar el pan —«este último alimento, que me encanta», se lamenta— y luego llevar una dieta variada.
Nueve horas de sueño
A partir de ahí, nueve horas de sueño diarias para al día siguiente estar en plenas facultades para el entrenamiento en cuestión: «Como poco, ocho horas nadie me las quita. Es algo en lo que tengo especial atención en el descanso. Son un chaval, pero sé que mucho de lo que haga depende de eso».
Aparte, gimnasio: «Este verano empecé a tomármelo con más conciencia, pues antes, con los estudios me limitaba más. Pero, de cara al Mundial, quise prepararme bien y ahora continúo haciéndolo», subraya. Y para rematar, entrenamiento cultural: «Estoy cursando un ciclo superior en Logística y Distribución de Transportes. Acabo de empezar, pero me está gustando mucho», comenta desde su habitación en la residencia del colegio Liceo La Paz, en donde reside desde hace dos meses. Fue el momento en el que Jaco se emancipó.
«Para lo bueno y para lo malo, el entrenador del equipo es mi padre. Cuando decidí fichar por el Liceo lo hablamos y entendimos que no era bueno estar todo el día juntos. Así que buscamos la fórmula para irme de casa y me vine para la residencia. Creo que es más sano para todos. Además, como mi idea era dedicarme al hockey, nunca sabes si mañana vas a tener que jugar en otro sitio, así que es bueno irse acostumbrando a vivir fuera de casa», reflexiona, mientras reconoce que se encuentra muy a gusto en el centro escolar.
Allí comparte horas de asueto, principalmente, con Nil Cervera, que también se aloja en la residencia. Y es donde, a parte del Palacio de los Deportes, pasa sus horas muertas, que pocas tiene.
La fórmula 1, el fútbol —«soy muy del Dépor», afirma— y, por supuesto el hockey conforman sus aficiones, que comparte con su padre: «Cuando voy a casa, muchos domingos por la tarde, vemos partidos de la Liga portuguesa, pero del Liceo prácticamente no hablamos. Comentamos temas de hockey pero en general», explica sobre la relación con su padre, al que recuerda vagamente haber visto en algún vídeo pero poco más.
Ahora, Jaco ha dejado de ser el hijo de Copa y se ha ganado ser un jugador más del Liceo, incluso con mayor protagonismo del que podía esperar a principio de temporada.
Los minutos que ha estado en pista ha demostrado madurez y, aunque todavía le queda rodaje, ya ha exhibido las cualidades que han hecho que el club verdiblanco haya apostado por él en un año en el que se ha marcado como objetivo tratar de lograr algún titulo. «Eso siempre es innegociable en el Liceo. Tenemos que luchar por todos», apostilla la perla verdiblanca.