
El portero del Dépor se pone los guantes en el césped y pide el balón al árbitro para botarlo: «Me hace sentir cómodo»
23 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Sin creencias extrañas ni manías, Helton Leite (Belo Horizonte, 1990) simplemente siente su profesión hasta el tuétano. Pocas veces un jugador curtido, que llegó al Deportivo el pasado verano, alcanza un grado de integración, afinidad y compromiso tan importantes como los que acompañan al portero brasileño, que siente Riazor como su propia casa. Para él los partidos comienzan mucho antes de los 90 minutos. Es su forma de vivir el fútbol. «No soy supersticioso, pero me gusta hacer lo que me viene a mi cabeza y me hace sentir cómodo», explica sobre un ritual que le ayuda a prepararse de la mejor manera.
Helton entra en Riazor un poco antes que muchos de los demás futbolistas. «En Brasil, en Portugal o en Turquía no llegaba al campo tan pronto. Pero aquí sí, me gusta llegar un poco más temprano, me gusta visualizar cómo va a ser el partido. Y cuando me voy a cambiar al vestuario ya sé cómo está el césped, si un poco más seco o no, tengo más informaciones. Esas cosas no son importantes. Sé que para hacer una parada no es importante haber llegado antes. Pero son cosas que me ayudan a concentrarme y a tener un sentimiento de pertenecer, de formar parte del campo, de estar integrado. Y cuando sales a hacer el calentamiento ya no hay ninguna novedad. Estoy en casa», explica.

El ritual del futbolista del Deportivo continúa después del calentamiento. Cuando regresa al campo junto a sus compañeros para el comienzo del encuentro lo hace con los guantes en la mano, aún sin que se los haya colocado. «Muchas veces no tengo tiempo de ponerlos, porque debo cambiarme muy rápido en el vestuario, y tampoco me gusta saludar a los demás jugadores o al árbitro con ellos puestos. No queda mal, pero mejor tocar, ser cercano, normal,... es también una señal de respeto», explica.
Guantes, chicle, botella y toalla
Así, saluda a todos y posa junto a sus compañeros para la foto antes de acercarse al banquillo. Allí le espera Pablo Barros, el delegado de equipo. «Con él salgo siempre del vestuario y le digo: ‘Pablo, ¿dónde está el chicle?'»
—Toma el chicle.
—Pablo, ¿dónde está la toalla?
—Toma.
—Okey.
Y Helton recoge su botella, Barros le ayuda a colocarse los guantes, y sigue el sorteo de campo de los árbitros con los capitanes. «Me gusta estar allí», añade.
Se acerca el momento del pitido inicial, pero al ritual aún le queda un último gesto. «Ya calenté y ya tengo todo, pero me gusta sentir esa sensación de partido, de coger el balón y botarlo, de saludar al árbitro y pedírselo. Le digo:
—¿Me lo deja un momento, por favor?
—Toma el balón.
—Muchas gracias.
Pero si un día voy y me dice ‘no puedes coger el balón', pues todo bien, no pasa nada. ¿Qué voy a hacer? Pero me siento cómodo y lo seguiré haciendo mientras me sienta así», señala el guardameta del Deportivo, al que solo le queda encaminarse ya a la portería. Allí apoya su botella y la toalla. Todo está a punto de comenzar, pero Helton ya se encuentra plenamente concentrado en el juego. En Riazor, como en su propia casa.