
Se presentaba un derbi temible para el Deportivo, más allá de la clasificación, contra un Racing de Ferrol que le había negado el gol y la victoria en las últimas tres visitas. Para ello, Óscar Gilsanz volvía a la normalidad con los regresos de Barcia y Mella al once, uniendo la entrada de un lateral izquierdo específico, Tosic.
El sistema sin cambios: 1-4-3-3 asimétrico buscando potenciar la condición posicional de Jurado, la repetición de esfuerzos de Villares y la diferencia para Mario Soriano. Sin embargo, el planteamiento previsible del Racing de Ferrol dinamitó el enfoque deportivista, un bloque medio-bajo ocupando el carril central y priorizando las disputas dirigía al cuadro de Óscar Gilsanz hacia sus jugadores diferenciales por excelencia: David Mella y Yeremay Hernández.
El técnico deportivista identificó la dificultad, permutando por primera vez en la temporada a ambos canteranos con la finalidad de jugar a pie natural y ganar amplitud, alternando con los cortes interiores de los laterales. Seguramente en la única transición de toda la primera parte, el dorsal 10 ponía por delante a los herculinos en tierras ferrolanas casi cuatro años después.
Entonces el partido cambió, el cuadro de Alejandro Menéndez dio un paso adelante en un bloque alto de presión y ataque posicional con un Dépor más replegado, esperando que un nuevo error descubriese la oportunidad de lanzar a los diferenciales. En el debe de Gilsanz está que, tras el descanso, intercambió de nuevo los perfiles, incitando a la presión al equipo departamental que, sin ser una mala variante del plan, bajo mi opinión atraía demasiado al bloque racinguista para jugar sobre referencia agregando, para más inri, que Zakaria no aporta lo que Barbero en ese aspecto del juego.
Y como diría una amiga de la hinchada blanquiazul, casualidades de la vida: tras sufrir durante bastantes minutos, la entrada del almeriense influyó para acabar con la resistencia local. Sin crear precedente, mención aparte la no intervención del VAR en el autogol de Yoel que, por suerte, no influyó en el resultado del encuentro. Uno menos para el objetivo.