El Dépor no pasa la prueba de estrés

TORRE DE MARATHÓN

Agencia LOF

Antonio Hidalgo volvió a adaptar la fórmula al rival desde el inicio e intervino hasta agotar los cambios en el 67, sin que el plantel lograra digerir tanta agitación

19 oct 2025 . Actualizado a las 23:27 h.

«Te ponen en estrés y parece que están sucediendo más cosas de las que realmente suceden». Antonio Hidalgo se refería al Racing de Santander y su goteo constante de finalizaciones desde cualquier lugar, pero bien vale el análisis para resumir el estado de agitación permanente en el que vive el Deportivo. De los dos encuentros calcando protagonistas con los que abrió la temporada, a la revolución diaria en función del rival. Si el jornal del técnico fluctúa en función de la toma de decisiones, nadie en la categoría merece más una subida salarial.

Valga de ejemplo El Sardinero, a donde los coruñeses acudieron con dos novedades en los nombres y otra, muy profunda, en el planteamiento, respecto lo ofrecido en La Rosaleda. Giacomo Quagliata y David Mella iban a alterar todo el sistema desde fuera. El italiano fue carrilero en ataque y tercer central en el repliegue. El de Teo ocupó la banda derecha, permitiendo a Miguel Loureiro anclarse en el eje de la zaga. En fase ofensiva, era José Gragera quien se incrustaba entre el cercedense y Dani Barcia para mover la bola. La alteración defensa-ataque repercutía además en Luismi Cruz: por dentro con balón, pegado a la cal sin él.

La idea funcionó hasta que el Dépor logró marcar. A partir de ahí, se sometió a un encierro, asumiendo, como después explicaría Loureiro, que los locales merodearían el área de Germán Parreño. El acantonamiento no solo envalentonó a los cántabros; también obligó a los visitantes a recorrer demasiados metros para contraatacar. Sufrir entraba en el plan; el 1-1, no.

El intermedio dejó el primer cambio. Un punta por punta que podría responder a las mejores condiciones de Samuele Mulattieri para la conducción, pero no redundó en ningún beneficio: la aportación del italiano fue tan pobre como la de Zakaria Eddachouri. A su espalda, seguían siendo escasas las intervenciones de Mario Soriano y Yeremay.

Antes de la hora de encuentro (y del 2-1) sí hubo un relevo con impacto en el sistema. Se fue Gragera y entró Lucas Noubi, lo que en teoría debía acercar a Soriano a la medular. Idea que parecía reforzarse seis minutos después (ya había marcado Jeremy) con el ingreso de Stoichkov y Sergio Escudero, pero se diluyó enseguida tras el último reemplazo: el madrileño dejó su sitio a Rubén López en el 67. Cinco cambios, y media hora por delante (descuento incluido) sin más opciones de revolución.

La línea de tres pasó a ser Noubi - Loureiro - Escudero, aunque el belga se empeñó en activar la banda derecha, obligando a Villares a cubrirle la espalda varias veces. Sin fuerzas para el ida y vuelta, especialmente en la izquierda, el Dépor se estrechó, cediendo terreno en sus costados. Tuvo oportunidades (hasta tres) para empatar, pero más por dinámica y talento individual que por elaboración.

En la prolongación acabó por romperse Escudero y fue Rubén quien tuvo que quedarse a cerrar. Una reforma completa que no pasó la prueba de estrés.