
Reportaje | El jugador ruso cierra su segunda operación inmobiliaria en Vigo Una constructora, un hotel, una firma de servicios y el Concello lo intentaron antes
04 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.Un parto de siete meses. Ese es el tiempo que el ex-futbolista Valery Karpin tardó en cerrar un complicado acuerdo de compra con la comunidad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados para que su promotora asumiese la propiedad del antiguo asilo de Pi y Margall. Tras desistir las monjas viguesas a principios de año vender su abandonado inmueble a la constructora San José, fue el deportista de la Real Sociedad quien entraba en la puja, como entonces daba cuenta La Voz. En 8,5 millones de euros quedó fijado el punto de encuentro entre Karpin y las Hermanitas, que el pasado año pedían 8,41 millones, exactamente el coste de construcción de su nueva residencia en Alcabre y el material complementario en él invertido. Ahora la empresa de Karpin da vueltas al proyecto que el Ayuntamiento tendrá que aprobar y la Xunta refrendar con el visto bueno al plan especial de protección y reforma del Casco Vello, en el que con el nuevo proyecto se coloca una pica para la revitalización y rehabilitación del entorno histórico de la ciudad. El convenio urbanístico del viejo asilo marca en todo caso una serie de imposiciones en principio de obligado cumplimiento, como lo es la construcción de un aparcamiento de ochenta plazas para su utilización por los vecinos del entorno y el respeto a las cotas actuales mediante la creación de plantas escalonadas. Otros aspirantes La inmobiliaria del jugador ruso, que ya está construyendo un edificio en la calle Areal, fue la última aspirante de una larga lista de empresas que trataron de ocupar la parcela abandonada por las monjas. Además de San José, la cadena catalana Layetana llegó a alcanzar un principio de acuerdo para hacerse con el solar. Su intención era construir un apartotel con cien viviendas en régimen de propiedad temporal para 200 ancianos. La cadena hotelera Hesperia tomó el relevo en el intento de compra, al que incluso llegó a optar el propio Ayuntamiento. El entonces edil de Urbanismo, Xabier Toba, pensó en el inmueble como una excelente sede para un vivero de empresas o las escuelas municipales. Pero al final fue Karpin el que metió el gol y puso su pica en el Casco Vello.