Los asesores vigueses de Solbes

VIGO

Caballero y Silva dicen que fueron ellos quienes convencieron al ministro de afrontar la crisis dando 8.000 millones a los alcaldes

21 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Santiago Domínguez es quien para publicitar sus proyectos ha acuñado el lema de «Vigo imparable», clonando el utilizado en sus campañas por el ex regidor ponteareano Pepe Castro, pero su paisano Abel Caballero ha resultado ser el mayor seguidor de la estrategia de la autoalabanza y el optimismo exacerbado para impulsar el ánimo colectivo y la imagen que cada vigués tenemos de nuestra ciudad.

Conocida es la afición del regidor a identificar a Vigo como el escenario de las actuaciones más grandes o mejores de Europa o incluso del mundo, pero ahora también la ciudad tiene representantes capaces de variar la política estatal y las recetas del Gobierno para hacer frente a la crisis.

Así lo aseguró al menos el mismo Caballero ante la militancia socialista viguesa, que en la noche del jueves se congregó en la primera asamblea convocada por la nueva ejecutiva del partido. En su repaso, tremendamente optimista sobre su gestión en la alcaldía, el regidor aseguró que fue él y la viguesa Carmela Silva quienes propusieron y convencieron al ministro Pedro Solbes de que se concediesen a los ayuntamientos españoles 8.000 millones de euros en subvenciones para hacer frente a la parálisis económica a través de la contratación de obras locales.

La confesión de Caballero fue ratificada en la asamblea por la portavoz socialista en el Senado y parlamentaria revelación, que además recalcó el peso que a su juicio ha logrado el regidor entre los alcaldes españoles. El ánimo de la cúpula socialista de la ciudad en el encuentro interno celebrado en el hotel Bahía llegó a tales cotas en su autoaplauso que de un plumazo borró la historia de su partido en el Ayuntamiento desde hoy hasta 1993. Algunos militantes mostraron en público su desacuerdo con esa visión de la trayectoria municipal del PSOE en Vigo y recordaron tanto la participación de su partido en el Gobierno de Pérez Castrillo como el paso de Ventura Pérez Mariño por la alcaldía.

La crítica interna, que recordó en el acto que la dirección del partido no cuenta con el respaldo del 38% de la militancia, también quiso frenar el entusiasmo municipal para incidir en lo que a su juicio es una escasa atención a las parroquias y un exceso de celo en cambiar la fisonomía del centro de la ciudad, como el propio Caballero echó en cara en campaña a Corina Porro.

Por ello, algunos de los intervinientes aconsejaron (sic) «menos prepotencia y menos política ficción» para que la acción de los socialistas en Vigo no acabe por resultar poco creíble a ojos de la ciudadanía.

El momento de la reivindicación también caracterizó el discurso del líder del sector crítico, Gonzalo Caballero. El sobrino del regidor pidió una vez más que se dote al partido de vida propia y que no sea fagocitado por la alcaldía.

En todo caso, el más joven de los Caballero advirtió que la corriente que encabeza sigue viva y que así lo pondrán de manifiesto tanto en las futuras asambleas del partido en Vigo como en el comité nacional del PSdeG, donde sentará a seis de sus miembros.