Alfageme llena sus latas de nervios

Miguel Á. Rodríguez

VIGO

09 jun 2009 . Actualizado a las 16:07 h.

La más antigua de las conserveras españolas (fundada en 1873), y que llegó a ser quinta en el ránking nacional por facturación, vive sus momentos más tensos. La viguesa Alfageme, comprada en diciembre del 2006 por la promotora Promalar, propiedad del constructor Juan Lago, colmó ayer el vaso de la paciencia de sus cerca de 400 trabajadores. El comité de empresa compareció para encender definitivamente todas las luces de alarma. Temen que la inactividad actual de sus cuatro centros de trabajo desemboque en un cierre que termine dejándolos a todos en la calle.

Las plantas de Vigo, Vilaxoán y O Grove trabajan al 50% de su capacidad, mientras que la de Ribadumia no llega al 15%. Pero lo más grave es que no hay dinero en caja ni siquiera para comprar materias primas. Al menos así lo afirman los trabajadores, que ayer pidieron a la Xunta que intervenga directamente en el problema para «pilotar un cambio» en el consejo de administración.

A los sindicatos no les salen las cuentas. El secretario del comité de personal, Rafael Quiñones, explicó que hay 14 millones de deuda. Y que la dirección obtuvo 44 millones en créditos que, a día de hoy, se han volatilizado. «No hay dinero para pagar a los proveedores ni para conseguir suministros», señala.

Reclaman tanto a la Consellería de Economía e Industria, como a Caixanova y el Banco Popular, los prestarios junto al Igape, que fiscalicen ahora la actividad de la empresa para evitar «un más que posible cierre».

En el fondo del discurso de los portavoces laborales planea la sombra de lo que ellos mismos denominan como un «pelotazo frustrado».

Los actuales dueños de Alfageme nunca ocultaron su intención de cerrar las cuatro fábricas actuales para construir dos nuevas más modernas (en O Morrazoy O Salnés). Y tampoco que pretendiesen obtener 100 millones de euros con la recalificación de las parcelas para «reinvertir» el dinero en el relanzamiento de la firma. Pero el Concello de Vigo frustró las pretensiones inmobiliarias de Promalar en el suculento terreno de Bouzas. Y algo similar le pasó al resto de las factorías. Y el castillo de Juan Lago se vino abajo.

Promalar fichó primero a Miguel Llana, ex director de Campofrío. Su proyecto pasaba por convertir a Alfageme en una gran alimentaria y relegar las latas a un segundo plano, para volcarse en preparados innovadores con envases de plástico.

Aquella reconversión tenía objetivos concretos: pasar de los 100 millones de euros en ventas del 2006 a 300 millones en el 2010, y borrar los números rojos (-3,5 millones de euros en el 2006) hasta alcanzar una rentabilidad mínima del 10% a finales del próximo año.

El ocaso de un gigante

Las «latas de plástico» se hicieron realidad. Y Alfageme puso en el mercado arroz con verduras, calamares y gambas; verduras con gambas y mejillones, y algún otro preparado listo para meter en el microondas y consumir. La tradicional marca Miau quedó casi relegada a las conservas delicatessen y se lanzó una nuneva gama denominada Pis-pas Miau .

Llana explicó su agresivo plan de viabilidad, que pasaba incluso por estimular un proceso de concentración en el sector conservero, estudiando nuevas ofertas de absorción o fusión con otras compañías.

Eran los tiempos de la bonanza inmobiliaria, y Promalar tenía la cartera llena, o al menos lo parecía. Pero llegó la crisis, y los problemas para recalificar, y el fracaso en el mercado de la línea Pis-pas. Ayer, el portavoz de la CIG, Xosé Fernández Piñeiro, aseguraba que el citado plan «fue una operación únicamente especulativa», ya que a los actuales propietarios de Alfageme «no les interesa el negocio de la conserva». «La situación real es que no hay liquidez -dijo-, chuparon todos los avales y no se vio ni mejora productiva ni comercial. Está mucho peor que cuando la compraron».

Ahora, las latas de Alfageme están llenas de nervios.