Doña «Splendida»

VIGO

12 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Vigo es la

Una amiga embarcada en el Spléndida llamó el jueves para dar el parte: «El barco está muy bien, pero son todos de Moaña». Ella esperaba codearse con Flavio Briattore y Aristóteles Onassis, pero se encontró a bordo a todo el vecindario. «Más que un crucero, esto parece el barco a Cangas», subrayaba atónita. Es lo que tiene subirse en el primer trasatlántico que inicia en Vigo una travesía. Que te cruzas en la cubierta hasta con el vecino del quinto. Y la cena con el capitán, en lugar de Vacaciones en el mar, parece la junta de la comunidad.

Son estos los gajes de que Vigo prospere y pueda soñar con ser algún día puerto base de un coloso del mar. Pero no hay que perderse en el entusiasmo. Un diario titulaba: «El puerto de Vigo registra el mayor embarque de pasajeros de su historia», en alusión a los dos mil spléndidos. Y tampoco es esto. Sólo en 1913 se despacharon hacia América 733 trasatlánticos, en los que embarcaron 44.301 emigrantes. Al año siguiente, la cifra subió hasta los 59.693, y coincidían hasta siete buques ante el muelle en el mismo día. Así que, antes de entregarse al oficio de palmero, hay que repasar la hemeroteca.

Pero el entusiasmo, sin exagerar, está justificado. Y, en este caso, hay que decir que la partida del buque de MSC es una gran noticia para Vigo. Que sería bueno que se repita. Y que esta compañía, que ya ha creado bases en Palma, en Valencia y en Málaga, es una de las de mayor expansión y más dispuesta a abrir nuevos destinos y mercados. Agasajarlos es obligado.

Otra cosa sea la manía que tienen nuestros políticos locales con agasajarse a sí mismos con cada asunto de relieve que acontece en Vigo. Así, la flamante Corina Porro convirtió el evento en un homenaje a sí misma, sin que se conozca que, recién llegada al cargo, haya tenido gran protagonismo en atraer a este buque. El pobre Jesús Paz, su predecesor, a quien nadie dedicó un agradecimiento o un cariño, debe de haber tomado buena nota de lo desagradable que es el mundo de la política.

La foto del día siguiente, en la que Porro aparecía con todo el equipo de la Autoridad Portuaria, posando en el muelle con la grandeza que da el teleobjetivo, se la podrían haber ahorrado. Aunque la elegancia, simpatía y belleza de Doña Spléndida (pronúnciese como lo haría Julio Iglesias), provocase en un señor que pasaba por allí piropos hacia ella del tenor de «¡Eso es un barco y no el Queen Mary!».

Malo será que el camino a la alcaldía del 2011 se dirima entre la grandilocuencia de Caballero y los posados de Corina Porro. Que nos pasemos dos años entre maquetas de grandes arquitectos y rimbombantes pilotes de amarre que se llaman «Gran Duque de Alba».

Corina, política hábil y dotada como nadie para las relaciones públicas, podría bajar un poco el tono y la propaganda. Caballero, cuidar su proyectos y palabras. Así hablaríamos más de Vigo y, menos, de sus pretendidos protagonistas.