Feijoo apela a Castelao en el Día de Galicia

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

24 jul 2009 . Actualizado a las 02:45 h.

Se inspiró el presidente de la Xunta en una conferencia «memorable», según dijo, que el insigne galleguista pronunció hace 79 años en un teatro García Barbón «ateigado de xente» para escribir el bando institucional que leyó ayer en Castrelos con motivo del Día de Galicia. Igual que ocurriera entonces, representantes de toda la sociedad viguesa escucharon con atención las palabras de Alberto Núñez Feijoo, a las que luego, en los habituales corrillos que se forman a la hora de los pinchitos, los asistentes buscaron significado.

Claro que lo más gustó a todos los presentes, sin excepción de siglas, fue escucharle decir de forma bien solemne que va a cumplir «escrupulosamente» los compromisos con la ciudad y que Vigo va a seguir siendo la proa de Galicia. «Teñen a miña palabra», enfatizó.

Inició el presidente su intervención con una frase textual del que denominó «pai da conciencia galega»: «A quenes rifan connosco por razóns de universalismos, é ben dicirlles que endexamais ollamos a ningún paxaro tropezar en ninguna fronteira». Le sirvió para subrayar que las ciudades no solo no fueron nunca una amenaza para un país de esencias campesinas, sino que Vigo fue o «gran berce do galeguismo urbano», el que aquel día de hace 79 años se burlaba de las fronteras y era capaz de unirlos a todos.

Como la princesa del cuento es lo que, según Núñez Feijoo, necesita Galicia para «espertar e reinar». No tiene dudas el presidente de que la personalidad cultural y política de Galicia superará la revolución a la que se enfrenta. «Conta coa ferramenta democrática, e non está agretado por conflitos irresolubres», dijo. Añadió que hoy, igual que aquel día de 1930, el galleguismo humanista y cordial de aquellos pioneros que hacían de las palabras campanas que despertaban las conciencias, vuelve a ser el camino. «Os aplausos que soaron no García Barbón tiveron un longo eco, atravesaron guerras fratricidas, deixaron atrás longas noites de pedra, convertéronse en Vigo en galaxias cheas de estrelas».

Terminó Feijoo reconociendo que si milagrosa fue la transición española, no lo ha sido menos la autonómica gallega. «Fixémola entre todos e ningún tempo pasado foi mellor», concluyó.

Cuando a continuación intervino el alcalde, echó mano del lema de la ciudad (se olvidó del «y siempre benéfica»), para reiterar que fue la primera urbe de la Europa napoleónica que optó por su libertad. «Arriscando e sufrindo, pero dicindo en voz alta que a liberdade, o noso carácter e os principios, non teñen prezo», dijo. Abel Caballero realizó una vez más un imaginario recorrido por los ejes vertebradores de la economía de la ciudad (automoción, astilleros, granito, empresas químicas, serivicios...) para hacer hincapié en que será el empuje de todos cuantos intervienen en dichos sectores el que levante a Vigo. «Outras crisis houbo, e delas saímos. Cecais non tan destrutivas, pero saímos, e desta sairemos tamén», aseguró. Se refirió igualmente a proyectos largamente acariciados que empiezan a dibujarse y a cobrar fuerza. En ese capítulo citó entre otros, la alta velocidad, la ampliación del aeropuerto, la biblioteca estatal, el registro mercantil, la ciudad del mar, la mejora del Casco Vello y el nuevo gran hospital, en este último caso buscando la mirada cómplice de Feijoo. A él le decidió dedicar la última frase de su discurso: «Estou seguro de que podemos contar con outras institucións, presidente, para facer xuntos o camiño».

Al acto asistieron dos centenares de invitados, representantes de la vida cultural, empresarial, política, en definitiva, social de la ciudad. Entre otros, pudimos ver a la corporación en pleno y a un larguísimo etcétera en el que destacaron José Manuel Fernández Alvariño, Julio Gayoso, Lucía Molares, Olaia Fernández Dávila, Luis Espada, Carmela Silva, Juan Manuel Vieites, Corina Porro o María Xosé Caride. La parte musical, que también la hubo, corrió a cargo de la Banda Sinfónica. Bajo la dirección de Francisco Navarro se interpretaron piezas de Bugallo, Dvokar y Chaikovski. La duración de la audición, que se prolongó durante más de media hora, contrastó con la versión acortada del himno gallego que se escuchó durante el acto de Castrelos. La situación sorprendió a los cerca de 300 asistentes (a ojo de buen cubero), de los que unos 200 decidieron continuar con la segunda parte de la letra pese a no tener acompañamiento musical.