El Barça abrió ayer la temporada con un baile en casa para el que el Athletic olvidó el traje de fiesta. El estratega Caparrós ya ha echado cuentas y si el año pasado fue la Copa del Rey la que le salvó la campaña, en este espera algo parecido de la remozada Europa League. El jueves se juegan los bilbaínos el pase europeo en Noruega así que a Barcelona acudieron con el equipo b. A Guardiola, ambicioso, no le importan las pintas del rival y vistió a los suyos de gala: de Valdés a Ibrahimovic, el once de ayer huele a formación habitual, a la que añadir a Iniesta, aún lesionado, y quizá a Abidal. Lo visto en la vuelta de la Supercopa anticipa una nueva temporada de juego bonito en el Camp Nou.
No le faltó al baile ni el calentamiento de rigor. Ibrahimovic, Henry, Messi, Xavi, Keita y Puyol dedicaron la primera parte a desperezarse por turnos ante Iraizoz, que fue el único en el Athletic que estiró músculos. Una sucesión de amagos (hasta ocho en 45 minutos) que sirvieron para entretener al público y desesperar a los teóricos suplentes bilbaínos, que apenas respondieron con un chut lejanísimo de Orbaiz.
Al no encontrar pareja en el rival, los locales se arrimaron entre ellos. Hubo un pase de Xavi a Messi, que remató al muñeco; otro impresionante de Piqué a Henry, que alargó en exceso el control y uno más de la Pulga a Ibrahimovic, que mató con el pecho (derroche de clase) el nuevo crac culé, que falló luego el acrobático remate.
La asociación entre el pequeño argentino y el gigante sueco vaticina espectáculo y empezó a darlo en serio a los cinco minutos de la segunda parte. Xavi tocó para Ibra y este la abrió de primeras y sin mirar para la llegada de Messi, que esperó a que Iraizoz se venciera para superarlo en el mano a mano casi sin ángulo.
Buen estreno de Ibrahimovic
El nuevo delantero centro de los de Guardiola no defraudó en su presentación oficial. Hizo gala de todas sus habilidades y no escondió ninguno de sus defectos. Es perfecto para el juego asociativo, pero falla ocasiones cantadas. Ayer marró tres clarísimas.
No supuso ningún problema la falta de acierto del sueco, porque el Barça estaba sobrado, con Messi dando un recital en el desborde, a la altura del ofrecido por Xavi en la dirección. Y por si no era suficiente, el árbitro también aportó a la causa culé inventándose un penalti sobre Alves, que la Pulga convirtió en el 2-0. Bojan cerró la goleada ante el abandono del Athletic que apenas pasó del mediocampo. Nunca hubo fe visitante en remontar el 1-2 de la ida y prefirieron pasar desapercibidos. Al fin y al cabo, eran los de casa los que daban el baile.