En inglés, tenderloin significa «filete de lomo». Pero en Estados Unidos equivale también a «barrio marginal» o, más concretamente, «barrio de drogadictos». Porque Tenderloin, con mayúsculas, es la barriada más degradada de San Francisco, un remedo del Bronx de los años setenta en su versión de la Costa Oeste.
Un reportaje de The New York Times definía esta semana Uptown Tenderloin como «la morada de los indigentes más andrajosos, drogadictos y realmente sucios de la ciudad». Como vemos, los periodistas americanos no se andan con medianías. El reportaje trataba de un hecho insólito: El departamento de turismo de San Francisco ha decidido incluir Tenderloin en su programa de visitas guiadas.
El concejal del sector, Randy Shaw, explicaba la idea: «Ofrecemos una clase de cutrez que ya no se ve mucho» y concluía con una pregunta: «¿Qué hay más cutre que Tenderloin?».
Pues no hace falta pensar mucho para responder al eufónico señor Randy Shaw. Hace veinte años, cuando la heroína hacía estragos, Bichita, en Teis, o la calle Marín, en Coia, no eran barrios mucho más seguros que Tenderloin. De hecho, Bichita, pronunciado así, con la b a la brava, recibía el apodo de la película Wichita, ciudad sin ley , en referencia a la que hoy es la ciudad más poblada de Kansas.
Los malotes de hoy en día no asustan ni la cuarta parte que aquellos quinquis de Vigo de los años ochenta. El menos malo atracaba bancos y farmacias con una recortada. Y, para entrar en estos barrios, la policía montaba unos operativos que ni en la peor época del Ulster. Hay quien recuerda cómo en la calle Marín, durante una redada, los vecinos tiraban bombonas desde las ventanas.
Ese tiempo pasó, afortunadamente. Y el último Tenderloin de Vigo fue el Casco Vello y, en concreto, la zona de A Ferrería. Hasta época reciente, daba miedo andar por las calles del entorno del Ayuntamiento, cuyo paisaje urbano y humano era el compendio de un desastre.
Hoy, sin embargo, se puede caminar por A Ferrería. Incluso, vamos a reconocer, da gusto pasear por sus calles. Aunque pervive algún foco problemático y cinco pertinaces locales de prostitución, el barrio ha mejorado. Es otro. Muchas viviendas han sido rehabilitadas; otras, vaciadas, esperan inminentes obras. Avanza la pinacoteca en el pazo de Arias Taboada. Y ya solo falta que los pisos terminados sean ocupados por vecinos, para que la vida vuelva a la zona.
Todo el Casco Vello está experimentando una transformación. La merece, porque es el barrio más importante de la ciudad. Y está en camino de ser el mejor para vivir.
No está mal para un lugar que se había convertido en Tenderloin?