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La Voz

VIGO

13 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

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Data/fuente. TextoLa bujía

Cacas de perro

Eduardo Rolland

Hace años, entré en el despacho de George W. Bush, mientras él estaba ausente. Curioseé por su vetusta biblioteca, llena de libros con pinta de no haber sido nunca abiertos. Me asomé a la ventana para comprobar qué vistas tenía a su alcance. Y, cuando llegué a su mesa de escritorio, observé dos elegantes estilográficas en una peana. "Aquí firma el señor Bush los documentos importantes", dijo la guía. "¿También las sentencias de muerte?", indagó un visitante malévolo. "También", respondió lacónica la señora.

El despacho no era en la Casa Blanca sino en el Capitolio de Texas, en Austin. Y Bush aún no era presidente, sino gobernador del Estado de la Estrella Solitaria. Durante su mandato, ordenó 152 ejecuciones, batiendo todo un récord. Conociendo el dato, durante aquella visita guiada sentí náuseas.

Curiosamente, Bush también ha sentido náuseas, en su caso cuando "descubrió" que Irak no tenía armas de destrucción masiva. Así lo asegura en sus memorias, "Decision points", que presentó esta semana. El sanguinario e iletrado ex presidente afirma ahora que él "no quería usar la fuerza en Oriente Medio" y que fue poco menos que engañado por sus asesores. Pobrecito. De paso, reconoce que autorizó torturar a presos, "en bien del país".

Leyendo las críticas sobre el libro, se descubre lo mal que le sienta a los grandes gerifaltes dejar el poder. Enseguida sienten la necesidad de justificarse, intentando que, si no la historia, al menos sus coetáneos les perdonen por sus pecados. En España, tenemos también ejemplos de ex presidentes que nunca desaprovechan una ocasión de volver a ser noticia. Así lo hacen González y Aznar en cuanto les dejan.

En la política local sucede otro tanto. Que quien toca poder, digiere mal el hecho de perderlo. Raros son los ejemplos como el de Ventura Pérez Mariño, quien volvió a su vida privada con absoluta modestia. En su loable caso, también, porque tenía una vida y una profesión, al margen de la política. No ocurre lo mismo en otras situaciones. Y sobran en Vigo y en su área metropolitana políticos profesionales que, como "Don erre que erre", vuelven al "candelabro" a la mínima oportunidad. Debe de ser que engancha la erótica del poder.

El próximo mes de mayo, un montón de altos cargos municipales, adulados y poderosos ahora, se convertirán de nuevo en ciudadanos normales. Las urnas les llevarán a ese tránsito hacia la normalidad. En Vigo, habrá un alcalde o una presidenta del Puerto menos. Uno u otra gobernarán y su rival deberá hacer las maletas. Así que, en ambos casos, sería conveniente que se vayan haciendo a la idea. Como en la película "Los Inmortales", sólo puede quedar uno. Si les sirve para prepararse mentalmente, pueden tomar ejemplo de George W. Bush. En "Decision Points", cuenta cómo un día reciente, se vio, ante el Capitolio de Texas, recogiendo en la calle las cacas de su perro: "Ese fue sin duda el día que dejé de ser presidente". Tomen nota, señores.

eduardorolland@hotmail.com