En 72 habitaciones para ser exactos. Aunque abrió sus puertas hace unas semanas, la familia Rodríguez Cendón, propietaria del establecimiento, pospuso la inauguración oficial hasta ayer. Medio Vigo asistió a la fiesta, incluido Núñez Feijoo. Lo cierto es que el número de políticos por metro cuadrado era considerable: Abel Caballero, Santiago Domínguez, Corina Porro, Lucía Molares, Carmen Pardo...
Otro colectivo con gran presencia fue el de Amigos de los Pazos, asociación que preside precisamente Delfina Cendón. Ésta ha aprovechado esa doble condición para dejar constancia de sus preferencias en cuestiones de patrimonio arquitectónico local. Así, los tres principales salones del Axis, llevan los nombres de otros tantos pazos de la ciudad: Quiñones de León, San Roque y La Pastora.
Natalio, el decorador, se empeñó (y lo consiguió) en que el hotel ofrezca una imagen moderna y elegante, amén de variada. Y es que no hay ni una habitación igual a otra. En las zonas comunes manda el cristal, la madera y los colores de Vigo, esto es, el rojo y el blanco.
El edificio, obra del arquitecto José Antonio Comesaña, consta de dos partes bien diferenciadas. Mientras en la fachada de María Berdiales el protagonista es el granito, en la de Carlos Colmeiro lo es el cristal.
Los invitados tuvieron también oportunidad de contemplar las extraordinarias vistas al mar desde la terraza del noveno piso. Después del obligado recorrido, todos dieron buena cuenta de los pinchitos preparados para la ocasión por Pablo y Olivier, los chefs de la casa.
La familia Rodriguez-Lopo desembarcó en el mundo de la hostelería en 1977, tras constatar que Vigo era claramente deficitaria en plazas hoteleras. Adriano Rodríguez encargó un estudio que corroboró lo que era perceptible a simple vista. Así nació el Ciudad de Vigo. Su deseo es que esta nueva apuesta tenga el mismo recorrido que la primera. Pues que se cumpla.
Esta inquieta viguesa lo mismo produce un corto que monta una huerta, que escribe, que ejerce de socorrista o que se sube a un escenario a cantar. «Soy creadora», dice para zanjar cualquier otra posible pregunta sobre su principal dedicación. Deja muy claro que, en cuestión de verbos, prefiere la acepción estar a la de ser. «Esta temporada estoy escritora», explica.
Aprovechando tal estadio ha decidido presentar su primera novela, Okupando la nada, una historia que escribió hace años y que guardó en un cajón, «como tantas otras cosas». Un día se la dejó leer a Pedro, un amigo, y la sorpresa de éste fue mayúscula. «Pero esto es buenísimo, tienes que publicarlo», le dijo y se puso a mover todo lo movible para hacerlo.
Esa determinación ha posibilitado que esta ópera prima que Roma, filósofa de formación, define como «un estudio humano brutal», termine llegando a las librerías.
Los encargados de presentar la publicación (día 24 en la Casa del Libro) serán el antropóloto Manolo Mandianes y, claro, Pedro Antonio García, el amigo que propició que desenpolvara el original, y que viene siendo el responsable de comunicación de la Fundación Coca-Cola España.
Cuando remate la presentación, los asistentes que se queden con ganas de más, podrán sumarse a los pinchitos que se servirán en casa de Fernando Pérez o, lo que es lo mismo, Detras do Marco, punto de encuentro de artistas y creadores de todos los colores.
Otros que están de estreno, en este caso hoy, son Isabel Somoza, Xabier de Sousa y Xosé Poldras. Inauguran en la galería guardesa Artebronce su obra conjunta Gabanza da locura. Basada en el libro El elogio de la locura, viene a ser la segunda entrega de la revisión del clásico de Erasmo de Rotterdam.
Hace dos años se presentó la primera incursión, un grabado de casi diez metros de largo en una sola pieza y con una sola matriz. Ahora los autores ofrecen variantes de la misma matriz en formatos diversos. Eso sí, la conjunción laboral ha sido tal que, dicen, el espectador será incapaz de distinguir qué parte trabajó cada artista.
La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 18 de diciembre de martes a sábado.
En Mondariz quieren recuperar las canciones que se cantaban en los molinos. Ya trabajan en la preparación de un festival.