Nadal regresa para la fiesta de París

Paulo Alonso Lois
paulo alonso REDACCIÓN / LA VOZ

VIGO

02 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Rafa Nadal se reencuentra de nuevo con su tenis, recupera la confianza y llega con alegría a la fiesta de las semifinales de Roland Garros. Las dos últimas rondas prometen espectáculo, con los cuatro mejores tenistas del mundo, cada uno a su manera, dispuestos a reivindicarse en París. Después de airear sus dudas en compromisos menores en los que solo le valía arrasar, el mallorquín se despojó de la presión que nunca hasta ahora había tenido en partidos sencillos. Paradójicamente, le liberó enfrentarse a un rival de más fuste como Robin Soderling, ya en un partido sin retorno. Un triunfo como el de la final del año pasado le catapultaría; una derrota como la del 2009 le enterraría (al menos momentáneamente). Como casi siempre, el español se creció en el día clave para eliminar al sueco por 6-4, 6-1 y 7-6 (3) en algo más de dos horas y media. Nadal ha vuelto, y le espera mañana Andy Murray, que superó al argentino Juan Ignacio Chela por 7-6 (2), 7-5 y 6-2.

Un tigre en lugar de un gatito

No fue un partido perfecto. Pero sí el que Nadal necesitaba jugar ayer para enterrar sus dudas. Combinó defensa y ataque, su plan de siempre. Se obligó a salir de las trincheras del fondo de la pista, corrió cuando no hubo otro remedio y se lanzó a por su presa cuando vio la menor oportunidad. Si Soderling esperaba al gatito que había visto los últimos días por televisión, se encontró con un tigre hambriento. La consecuencia fue la espiral de errores del sueco, incapaz para moverse con agilidad ante el tenis ahora ya alegre del número uno del mundo.

«¡Igual!», le gritó su tío

El pentacampeón de Roland Garros ganó los dos primeros sets a lo grande. Cerró el segundo y escuchó un grito tranquilizador desde su banquillo. «¡Igual!», le indicó su tío y entrenador, Toni Nadal. A Soderling le faltaban recursos para cambiar el guión. El sueco interpreta bien una partitura, no más. Su juego de fondo, cuando está inspirado, resulta incomodísimo. Pero carece de argumentos para buscar el saque-volea, como hizo Isner en la primera ronda, o sacar al mallorquín de las profundidades del fondo de la pista a base de dejadas, como Pablo Andújar. Solo su mejoría, con el mismo patrón, le dio una oportunidad en el tercer set. Con 5-5, tuvo tres bolas de break. «Robin, Robin», gritó la grada, bien porque quería ver más tenis, bien por un triste resentimiento ante el pentacampeón.

Un ligero apuro al final

Soderling, ventajista, aprovechó el momento para enredar. Se quejó entonces airadamente de que Nadal tardaba mucho en sacar. El resultado, la reacción inmediata del mallorquín, que salió del apuro con grandeza y jugó un excelente tie-break.

«Estoy muy feliz de como he jugado hoy. Me quedo con la mejoría general. No ha habido lagunas, salvo el 2-0 que desperdicié en el tercer set, pero con viento en contra», resumió Nadal.

Las semifinales de mañana se llenan de alicientes. Nadal, que busca igualar el récord de seis títulos de Bjorn Borg, se enfrenta con Andy Murray, a la caza de su primer grande. Djokovic, con el número uno a tiro, invicto en todo el 2011, se cruza con Roger Federer, el artista del tenis actual, que llega inspirado y de vuelta de casi todo.