Una de las circunstancias que más ha contrariado en los últimos años al tándem Feijoo-Rueda respecto a su partido en Vigo es la pérdida de músculo que el PP olívico ha venido registrando desde que perdió la alcaldía. Su liderazgo se activa solo en elecciones; la vida orgánica interna es casi inexistente; no se ha preocupado de formar nuevos cuadros y responsables; y ante los temas claves para la ciudad muestra tantas dudas que el votante ve fácilmente su excesiva dependencia de Santiago, alimentando con ello el papel de defensor de Vigo frente al mundo asumido por Abel Caballero.
Visualizadas y reiteradas dichas carencias en las últimas municipales y en polémicas como la de las cajas de ahorro, el tándem popular ha diseñado una operación de asedio de largo recorrido en la que la salida de Corina Porro, no solo del Concello, sino de la ciudad, era imprescindible. La puerta se abrió para la exalcaldesa -como se adelantó aquí mismo la semana pasada- para enviarla a Santiago.
Movida dicha pieza, al PP le hace falta un líder y una plataforma desde la que mostrarse. La Diputación tiene una proyección nula en Vigo y por eso Alfonso Rueda decidió autocorregirse, y donde dijo que el presidente del Área Metropolitana tenía que ser un alcalde, ahora quiere dice que puede ser un concejal que pueda llegar a ser regidor en el futuro. De esa manera, cuando el organismo supramunicipal esté creado, Chema Figueroa tendrá un escenario más visible en Vigo, y sobre todo un altavoz de mayor prestancia que la mera y pertinaz crítica como jefe de la oposición y un traje más local que el foráneo que le da la Diputación.
Colocada la nueva pieza, los estrategas populares entienden que hay que reforzar aún más los flancos de ataque contra el alcalde. Y quién mejor para rastrear el pasado de Caballero y sus ticks en la gestión que el insistente y casi detectivesco Ignacio López-Chaves. Como concejal y parlamentario ha seguido la pista de las contrataciones del alcalde a su paso por el Puerto hasta el infinito y más allá. Ahora podrá hacerlo desde el Puerto y sobre todo confrontar con el alcalde con más intensidad incluso que Porro.
Ocupados ya en esa estrategia los puestos de la oposición municipal, Puerto y Área Metropolitana, toca reforzar también la actitud de ataque y defensa en la delegación de la Xunta. Y en ello se está. A Lucía Molares no le quedará más remedio que apretar, aunque ojo, su nombre ya figura en las quinielas que se hacen con los de los posibles conselleiros a los que Feijoo dará entrada con la próxima remodelación de su Gobierno, en la que además saldría del Gabinete Javier Guerra.
Y a partir de ahí no quedará más que la Zona Franca para completar la operación de asedio a la que el PP quiere someter a Caballero desde ya. La posible victoria popular en las generales daría esa opción en el frente empresarial, cuyos líderes locales, pese a su conservadurismo, se han acostumbrado a bailar con la música del alcalde, haciendo aguas en los tímidos ataques lanzados hasta ahora por los populares.