El proveedor dice que la mercancía se manipuló por el camino a Japón
13 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.El grupo industrial Toyota reclama un millón de euros por un presunto delito de estafa continuada al empresario vigués Javier Agostini Fernández, titular de la empresa Newtec Reciclyng, proveedora del gigante empresarial nipón.
La empresa Toyota Tsusho Europe S.A. (Ttesa) acusa al empresario de sustituir parte de los metales que enviaba a Japón para su reciclaje por arena.
El caso ha sido denunciado en el juzgado de instrucción de Ponteareas, que ha prohibido al acusado su salida de Galicia «sin comunicarlo previamente» y no ha tomado ninguna otra medida cautelar «aunque me han prohibido visitar a mi familia en Estados Unidos», señala Agostini que proclama su inocencia y pide que el juzgado archive el caso.
Newtec, domiciliada en Mondariz y con instalaciones en Ponteareas, enviaba catalizadores gastados triturados (polvo catalítico) ya que, según la empresa querellante tienen «un alto contenido en metales precioso: platino, paladio y rodio».
La empresa Newtec suministró en 2008 y 2009 un total de 14 cargamentos de polvo catalítico y en los cinco últimos, según la acusación, presuntamente sustituyeron el metal por arena, manteniendo el polvo catalítico en la superficie de los recipientes que se enviaban.
El querellado dice que los contenedores se enviaron debidamente sellados desde las instalaciones situadas en Ponteareas y que fueron inspeccionados por los inspectores enviados por el grupo nipón, Mikhail Khaimov y Olivier Benoit. Éstos examinaban los contenedores con el fin de asegurarse de que no hubiera fisuras y que no había trampa ni cartón. Delante de los inspectores un empleado de la empresa introducía una barra de metal extrayendo una muestra que se pasaba por rayos X para verificar la riqueza en platino, paladio y rodio. Luego el cargamento partía de la nave y la empresa Prodigal Boiro S.L. transportaba la mercancía al puerto de Barcelona. «Desde que salía de Ponteareas yo ya no era dueño de los palés», cuenta Javier Agostini. El material era embarcado hacia Singapur donde los contenedores eran transbordados a otro barco hasta el puerto de Tokio y de allí a su destino final en la ciudad de Kawasaki. «Yo creo que los manipularon por el camino», afirma Agostini.